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4/11/06 - DJ:

Entrevista a los directores de NASA y ESA

MICHAEL GRIFFIN Y JEAN-JACQUES DORDAIN en una entrevista de OLALLA CERNUDA (elmundo.es)

VALENCIA.- Por las manos de estos dos hombres, Mike Griffin y Jean Jacques Dordain, pasa el futuro de la carrera espacial de la Humanidad, pero la responsabilidad no parece abrumarles. Quizá porque comparten visión en casi todos los temas. E incluso están dispuestos a llegar juntos hasta la Luna, Marte o más allá. Todo es cuestión de ponerse.

PREGUNTA.—¿Creen realmente que la cooperación internacional es necesaria en la carrera espacial?

MICHAEL GRIFFIN.—La cooperación internacional en temas relacionados con el espacio es un hecho de facto, algo que podemos decir con orgullo que ya hemos conseguido. Hay más programas científicos de la NASA que tienen participación internacional que programas que llevemos adelante solos. Y nuestros proyectos más grandes e importantes, como la Estación Espacial Internacional (ISS), aquellos a los que va destinado la mayor parte de nuestro presupuesto, son desarrollos en los que participan muchos países. Así que tanto si se mide en función del número de proyectos, como de la cuantía económica de los mismos, la mayoría de las cosas que hacemos necesita de la cooperación internacional.

JEAN-JACQUES DORDAIN.—Estoy absolutamente de acuerdo. De hecho, la Agencia Espacial Europea es una cooperación en sí misma, es la suma de las agencias de muchos países. ESA significa cooperación, y cooperamos con muchos países distintos. Nuestra Agencia nació para colaborar en un proyecto de la NASA, un satélite de los estadounidenses que desarrollamos nosotros. Y desde entonces, siempre hemos trabajado junto a nuestros colegas estadounidenses en multitud de proyectos, científicos, de la ISS y de observación de la Tierra. Pero no sólo trabajamos con los estadounidenses, también tenemos acuerdos con otros países, como Rusia, China, India o Japón. En reuniones como la que se ha celebrado en valencia lo que hacemos precisamente es reforzar esos lazos, exponer nuestros distintos puntos de vista para llegar a puntos comunes, e incluso esbozar misiones nuevas. Por eso nos reunimos todos los años, para ratificar nuestra buena relación.

P.—En los últimos años han irrumpido con fuerza en el panorama espacial algunos países como China o la India. ¿Qué relación tienen ustedes con estas emergentes agencias espaciales?
M.G.—En la NASA estamos dando los primeros pasos en ese sentido, de cooperación con estos países que usted cita. Estados Unidos durante muchos años no ha tenido ningún tipo de cooperación con India o China, pero ahora sí la tenemos. Y cada vez la tendremos más. De hecho, yo acabo de regresar de un viaje a China para establecer los primeros contactos con esta agencia espacial, y espero que concluyan con fructíferas relaciones.

J.J.D.—Ni China ni la India pueden ser considerados países en vías de desarrollo, o al menos no en el sector espacial. Son agencias muy grandes, con mucha actividad espacial, y cooperamos activamente con ellos. Con China estamos colaborando en distintos programas científicos, y lo mismo hacemos con la India. Es un proceso lento, pero poco a poco estamos abriéndonos hacia Asia, como lo está haciendo también la UE. China coopera activamente con nosotros en programas como el Galileo, de navegación por satélite. Y con la India también, podemos considerarnos socios en algunos proyectos, como su misión a la Luna. No podemos mirarles con desdén, porque comparada con las de esos países, la ESA es una Agencia diminuta. Somos mucho más pequeños que la NASA, que los rusos, que los chinos… y si no cooperáramos con ellos seríamos casi inútiles, no podríamos hacer nada. Hasta ahora hemos basado buena parte de nuestra cooperación en los estadounidenses, porque sabemos cómo trabajar con ellos, como hacer rentables los proyectos. Pero en los últimos años las cosas han cambiado, han entrado nuevos actores en el mercado, y estamos desarrollando nuestros modelos de cooperación con China, Japón y la India, porque aún no lo hemos hecho mucho con anterioridad, pero lo iremos haciendo cada vez más. Sobre todo en programas científicos.

M.G.—¿Cuál es el presupuesto total de la ESA?

J.J.D.—Tres mil millones de euros anuales, la sexta parte del presupuesto de la NASA. Somos pequeños. Y además hay que tener en cuenta que el presupuesto real es menor a ese, porque tenemos muchas actividades que se llevan parte del dinero pero que no son estrictamente espaciales, como los proyectos de satélites para navegación, para telecomunicaciones, etc. En términos de volumen de actividad somos mucho más pequeños que la NASA o cualquier otra, pero en términos de productividad somos grandes.

P.—Algunas compañías privadas han empezado a ofrecer vuelos espaciales y las hay incluso que planean un hotel espacial. ¿Qué les parece? ¿Llevarán ustedes también turistas al espacio, como lo está haciendo la agencia espacial rusa, para obtener fondos?
M.G.—En la NASA no esperamos recibir dinero de compañías privadas, pero sí tratamos de animar esos esfuerzos empresariales, que para nosotros pueden ser muy productivos en el medio plazo. Por ejemplo, una opción que a nosotros nos resultaría francamente positiva es que, en unos 10 ó 20 años, hubiera empresas privadas a las que la NASA pudiera pagar para que lleven suministros hasta la Estación. O incluso tripulaciones.

J.J.D.—Que las compañías privadas se interesen por el sector espacial es bueno para el espacio. Y todo lo que es bueno para el espacio es bueno para nosotros. En Europa tenemos un ejemplo de colaboración con empresas privadas, que es el programa Galileo, que de momento es un gran éxito. Y estamos especialmente interesados en la fórmula que acaba de comenzar a poner en práctica la NASA, de firmar acuerdos con empresas privadas para desarrollar nuevos vehículos espaciales. Pero llevar turistas nosotros, que ni siquiera tenemos naves tripuladas propias y tenemos que ir ‘de prestado’ en las de los demás... lo veo francamente difícil.

P.—Este verano se han reanudado los trabajos de construcción de la ISS, paralizados tras el accidente del ‘Columbia’. ¿Creen que la Estación estará lista en 2010, como estaba previsto?

M.G.—Estoy absolutamente seguro de ello. Nos faltan unos 15 vuelos de transbordador para terminarla, y si somos capaces de trabajar como lo hemos hecho en los últimos meses, no tendremos problemas. Todo lo que tenemos que hacer para terminar la ISS es hacer cuatro vuelos anuales de transbordadores, y eso es de hecho más bajo que nuestra media histórica, que es de 4,5 vuelos anuales. Y esa media incluye los seis años en dique seco que hemos estado por culpa del accidente del ‘Columbia’. Pero en los vuelos que quedan no esperamos tener ningún accidente, no podemos tenerlo, así que seguro que la ISS estará terminada en 2010.

P.—Precisamente el hecho de que se hayan reanudado esas tareas de ensamblaje ha permitido que la tripulación permanente de la Estación vuelva a ser de tres personas, y ese tercer asiento ahora lo ocupa un astronauta europeo. ¿Eso se convertirá en una norma?

J.J.D.—Thomas Reiter, el astronauta alemán que forma parte actualmente de la tripulación permanente de la Estación, está allí gracias a la generosidad de nuestros socios, los rusos, que nos han cedido uno de sus dos puestos en la Estación. Y además tenemos que agradecer a la NASA que llevara a Reiter hasta la ISS a bordo del ‘Discovery’. Lo mire por donde lo mire, tenemos ejemplos en todos lados que muestran que la ESA es totalmente dependiente de sus alianzas y contratos con otras agencias espaciales. El mejor de esos acuerdos es el que pone en marcha la ISS, que ha sido muy costoso y largo, es que nos ha enseñado a trabajar juntos, y nos ha enseñado el valor de estas alianzas. Y eso es irreversible.

M.G.—Es más. Llevaremos esa alianza a la Luna y a Marte.

P.—Hablando de Marte, EEUU ha anunciado su intención de regresar a la Luna, y desde allí planear un viaje al planeta rojo. ¿Cómo va ese ambicioso proyecto?

M.G.—Hemos pasado un año poniendo sobre papel todos los requerimientos que serán necesarios para la nave espacial que llevará a los hombres a la Luna: recibiendo propuestas, juzgándolas, negociando con contratistas, y acabamos de firmar el primer contrato. Ahora tenemos que empezar a construirlas. Pero vamos muy bien. Para poder llevar a cabo el plan con eficacia lo primero era definir la política de transporte espacial, cómo vamos a llevar gente a la Luna y luego a Marte. Ahora, una vez que lo tenemos claro, se lo vamos a contar a nuestros potenciales socios, el resto de agencias espaciales, para que sepan lo que vamos a hacer y lo que nos gustaría que hicieran ellos. Tenemos abierta la mente para recibir cualquier tipo de sugerencia.

J.J.D.– La ESA también ha decidido embarcarse en este programa de exploración espacial, y la contribución europea será en dos líneas. La primera son misiones automáticas, robotizadas. Pero también estamos preparando nuestra participación en la exploración lunar que quiere liderar EEUU. De momento no hay planes precisos, pues los decidiremos en 2008, pero sí tenemos cuatro áreas de trabajo: la infraestructura orbital de la Luna, misiones a la superficie lunar, misiones científicas y un sistema de transporte. Y estamos trabajando en las cuatro opciones en paralelo, y ya estamos diseñando junto a nuestros colegas rusos en un vehículo de transporte de personas y cargo. Europa será una parte significativa de la exploración lunar.

M.G.—Por lo que hemos visto en los últimos años, para ir a la Luna y montar allí una base permanente necesitaremos al menos dos vehículos de transporte distintos, para no depender sólo de uno. Y lo más lógico es que haya un modelo hecho por europeos y rusos en conjunto, y otro hecho por nosotros. Yo espero que los viajes a Marte se produzcan en los próximos años, pero si queremos llegar al planeta rojo, el camino pasa por la Luna. Hay muchas cosas que debemos aprender antes, sobre todo la fórmula para aprender a vivir mucho tiempo en el espacio sin gravedad. Y para eso ahora nos sirve de mucha ayuda la ISS, pero una base en la Luna será mucho más eficaz.

P.—¿Descartan utilizar la ISS como una especie de plataforma hacia Marte, o será mejor una base lunar?

M.G.—La ISS no está bien situada para ser utilizada como plataforma hacia Marte. Lo que podemos aprender gracias a la ISS es cómo ensamblar grandes piezas en el espacio. Y sobre todo cómo no hacerlo. Porque las naves que vayan a Marte pesarán casi tanto como la Estación, pero no podemos tirarnos 15 años para construirlas.

J.J.D.—Es cierto que la ISS nos ha enseñado muy bien cómo no debemos trabajar juntos, porque hay cosas que no estamos haciendo bien y que tenemos que cambiar. Y además debemos aprender a trabajar juntos 200 km por encima de la Tierra, porque eso nos enseña a trabajar juntos en cualquier sitio.

M.G.—Exactamente. Si vamos a ir a Marte debemos aprender a trabajar juntos. Me sorprendería mucho que EEUU consiguiera ir al planeta rojo solo, no creo que podamos hacerlo. Tendremos que ir como parte de una coalición internacional. Dicho eso, es un hecho que la coalición de la ISS ha sobrevivido a tiempos muy difíciles, como la pérdida del transbordador espacial ‘Columbia’. Y si me hubieran preguntado al principio de su andadura, o después del accidente, yo habría predicho que la Estación no habría sobrevivido, pero lo ha hecho. Y eso es un hecho. Hemos aprendido mucho de todos los errores cometidos.

P.—¿Sería mejor abandonar el proyecto de la ISS y centrar los esfuerzos en otro tipo de naves?
M.G.—No, tenemos que terminar el trabajo. Lo acabaremos en 2010 y la Estación seguirá viva muchos años después.

P.—¿Pueden poner una fecha para el primer viaje tripulado a Marte?

M.G.—Yo creo, personalmente, que será en la mitad de la década de los veinte, hacia 2025.

J.J.D.—Lo que podemos decirle, y esto es un secreto, es que ni él ni yo seremos los jefes de la NASA o la ESA cuando eso suceda. Pero estoy convencido de que en 40 años podremos mandar una misión tripulada a Marte.

M.G.—Yo creo que incluso antes. Hacia 2025 veremos gente yendo a Marte, ya lo verá.

P.—¿Qué creen que se deben priorizar las misiones científicas y robotizadas, o las humanas, pese al riesgo de pérdida de vidas que conllevan?

M.G.—La gente que opina que se deben priorizar las misiones científicas sobre las tripuladas por humanos es estúpida. Necesitamos hacer los dos tipos de misiones. Hace 50 años, sir Edmund Hillary y Tensing Norgay fueron las primeras personas que ascendieron a la cumbre del Everest. Si alguien hubiera sobrevolado la cima con un avión y hubiera lanzado desde el aire los instrumentos científicos, probablemente habrían obtenido los mismos datos científicos que consiguieron los primeros hombres que ascendieron, pero a nadie le habría importado. Nosotros, como humanos, estamos interesados en lo que los humanos podemos hacer. El destino de la Humanidad es explorar, y no podemos negarlo. Afortunadamente, tenemos un montón de instrumentos científicos que podemos llevarnos con nosotros y ayudarnos a obtener información sobre las cosas. La gente no iría al espacio sin la ciencia, pero la ciencia no saldría adelante sin la gente.

J.J.D.—Esa discusión es completamente inútil. El desarrollo está ahí porque los humanos han ido dando pasitos cada vez más allá, cada vez más lejos. Eso nos ha levado a donde estamos ahora. Y además esa afirmación se basa en la hipótesis de que un euro menos gastado en una misión espacial tripulada significa un euro más en una misión científica, y eso es absolutamente falso. El debate es completamente inútil.

M.G.—De hecho, en nuestro país los presupuestos para proyectos científicos y los de misiones tripuladas van completamente separados, y el hecho de aumentar o disminuir una partida no significa que ese dinero vaya a ir a parar al otro. Es como cuando la gente critica que gastemos tanto dinero en la exploración espacial habiendo tantos problemas aquí en la Tierra. El ser humano necesita explorar, colonizar nuevos mundos. Si miramos hacia el interior, es cierto que en la Tierra hay muchos problemas. Siempre ha sido así, y siempre lo será. Pero no podemos conformarnos con mirar al interior, a nuestro mundo. Hay que ir más allá y buscar otros donde incluso la vida es posible.

P.—¿Cuál creen que ha sido la misión más importante en la historia espacial?

M.G.—Sin duda, el primer alunizaje de un hombre en la Luna.

J.J.D.—La llegada a la Luna fue histórica, aunque tampoco podemos olvidarnos de otros grandes momentos, como el despegue del primer Sputnik, o más recientemente, el aterrizaje de una sonda europea en Titán, la luna de Saturno.

M.G.—Es cierto, ese es también un hito muy destacable de la carrera espacial, probablemente la misión más importante de los últimos años. Y una vez más, fruto de la cooperación entre Europa y EEUU.

P.—¿Y dónde estaban ustedes cuando Armstrong puso su pie sobre la Luna?

M.G.—Viendo la tele, como todo el mundo. Tenía 20 años, estaba en la universidad, y fue un momento que marcó mi vida.

J.J.D.—Creo que no hay nada históricamente más importante para el hombre que el hecho de que uno de los nuestros pusiera un pie en la Luna. Yo estaba estudiando en la escuela secundaria en Francia, en octubre de 1957, cuando se lanzó el primer Sputnik, y luego obtuve mi título de ingeniero en julio de 1969, al tiempo que el hombre llegaba a la Luna. Mi carrera estaba marcada desde el comienzo. Fue una especie de señal.

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