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4/5/10 - DJ:

Un incursión a la Feria del libro

T.E.L: 8 min. 37 seg.


El sábado concurrí a la Feria del Libro de Buenos Aires y cuento aquí la experiencia y aprovecho para invitarlos a visitarla.
Adrián Paenza firma


La 36º Feria del Libro de Buenos Aires fue un océano de gente el sábado 1º de mayo, como era de esperar por el feriado del Día del Trabajador.
Las cinco cuadras de cola sólo para entrar ya daba un poco de miedo e invitaba a la huida por la Avenida Santa Fe, hacia la otra feria de libros usados en cuyos stands pueden encontrarse verdaderas reliquias y obras importantes a precios módicos.
Sin embargo, aquel mar de gente avanzaba rápido y en menos de media hora estaba ingresando con tiempo suficiente como para asistir a la Sala Leopoldo Lugones.
Allí, a las 18 horas, estaba programada la charla de Adrián Paenza que iba a presentar su último libro. La vuelta al mundo en 34 problemas y 8 historias es el quinto episodio de Matemáticas...¿estás ahí?, que aquí comentamos recientemente junto con la posibilidad de obtener un ejemplar gratis participando de nuestro "Concurso 42", que sigue en pie hasta el 8 de mayo.

La feria es un monstruo de imponente y resulta difícil de recorrer completa si nos vamos deteniendo en cada puesto. Además, la hora pasa volando y hay que estar atento a las charlas, que pueden darse en salones en la punta opuesta de nuestra ubicación.

La sala Lugones, cerca de la entrada al Predio, estaba ya bastante llena cuando entré y continuó ingresando gente, ya pasadas las seis de la tarde. Creo que habría como un millar de mentes esperando que les hablen de matemáticas. Fue increíble. Podríamos caer en la tentación de decir que la convocatoria se debió al talento y ángel del Dr. Paenza. Sería una simplificación, me parece y una forma de menospreciar al público. Creo que la gente fue a buscar ambas cosas: el carisma de Paenza al contar historias de manera afable e incluso divertida y que esos "cuentos" incluyeran las distintas formas que adopta la matemática en la vida cotidiana y más allá.

Abrió la charla quien dirige la colección Ciencia que Ladra que edita Siglo XXI Editores, Diego Golombek. Aludió a este nuevo "fenómeno" de venta de libros de ciencia y, de paso, contó que las historias que se incluyen en este último episodio están marcando un cambio en la serie, algo que aquí comentáramos oportunamente y agradecemos. Chusmeó, de paso, que habrá un sexto episodio y, si todo sigue así, muchos otros.

Insisto en que el relato de historias es fundamental, más allá de contar problemas a resolver. Historias de matemática y ciencia que deben llenar la vida de Paenza por su formación y por sus diversos trabajos, que le permitieron conocer personas muy lúcidas.

La charla se extendió más de lo habitual y creo que en alguna medida sorprendió a los organizadores. El salón poseía unas inoportunas columnas en medio, pero Paenza supo lidiar con ellas, haciéndolas partícipes.

Al ingresar al salón, los participantes recibíamos una hoja, con algunos problemas, y un paquetito con dos caramelos.
No se resolvieron todos los problemas inicialmente pensados. Por suerte, la charla cobró vida propia y Paenza fue decidiendo ir por otro camino.
Pero la historia de los caramelos es como para contar y recontar. Para quedarse pensando. Porque la historia es sobre matemáticas y es sobre una idea, creo yo, poderosa tanto por su significado matemático, organizacional incluso, pero también como alegoría. La contaré al final.

Luego de la presentación del libro Paenza se dirigió al Stand de la editorial donde se pasó un larguísimo rato (¿horas?) firmando autógrafos y sacándose fotos con la gente. Perdí la noción del tiempo en ese momento. El hambre llamaba. Al fin y al cabo, primero hay que llenar la barriga antes de llenar el cerebro, y ya era un poco tarde para asistir a las charlas que se darían en un sector alejado sobre CASLEO, a la que me hubiera gustado asistir, como lo tenía planeado.

Luego estuve recorriendo los múltiples puestos. Hay mucha historia argentina, por el Bicentenario, pero también stands específicos con libros de ingeniería, diccionarios, libros en otros idiomas, infantiles, etc.

Quisiera, como para invitar al lector del blog a ir, contar que está Ediciones De Mente, con sus revistas y libros de acertijos, pensamiento lateral y demás. Es posible llevarse algunas revistas por diez pesos y los libros rondaban los treinta.

Hay un formidable puesto de cartografía con mapas y láminas educativas increíbles, del Sistema solar, por ejemplo, aunque también de otros múltiples temas. Allí mismo poseen globos terráqueos, incluso uno con las constelaciones y otro de la Luna. Hay pequeños y grandes, con la consiguiente diferencia de valor. Los chiquitos cuestan desde cuarenta y dos pesos. Los más grandes, incluso iluminados o con bases de madera, hermosos, cuestan una fortuna! Las láminas varían su costo y sus dimensiones, pero salen desde diez o doce pesos, si no recuerdo mal.

¿Qué más hay en la feria?
Los libros no son los únicos actores en el Predio. Las charlas ofrecen lo que no podemos obtener tan fácilmente como los libros, que si bien en muchos casos allí se pueden conseguir con algún descuento, son las mismas obras que podemos adquirir en cualquier librería de Buenos Aires.
Pero las charlas, eso es otra cosa. Tiene una gran participación la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), con charlas permanentes. También el Planetario y la Facultad de Geofísica y Astronomía de la Universidad de la Plata invitan a mirar las estrellas. Todo esto en el llamado Espacio Joven, al fondo del Pabellón Amarillo.

CNEA


Allí conversé con gente muy joven sobre biodiesel creado a partir de desechos, en cuyo proceso lo que no se usa es reciclable en otras industrias (como el jabón y la glicerina).

Estuve en una charla sobre nanotecnología y el uso de microscopios ópticos y electrónicos, muy interesante. Al salir entregan un folleto de la CNEA con su oferta académica, difundiendo al Instituto Balseiro.

Luego asistí a una charla del Dr. Alberto Rojo, sobre Arte y Física, centrada en la pintura. Se lo notaba un poco a disgusto al físico, probablemente porque fuera del espacio en el que él debía hablar, la locutora del Predio aturdía con sus fuertes mensajes y dificultaba el desarrollo de la charla.
Siempre son interesantes las charlas de Rojo y, aunque muchas cosas uno las puede saber, al menos yo me llevé algún deber a casa, para investigar sobre cosas que no sabía. Y eso sólo ya es mucho.

Baiko


Luego, fuera del sector Espacio Joven, me encontré con un puesto de la FCAGLP y con Constantino Baikouzis, un personaje, un astrónomo maravilloso. Con una paciencia que da miedo y una sencillez de admirar. Se trata del usual creador de los mapas del cielo.

Para el Año Internacional de la Astronomía 2009, Baikouzis diseñó la carta celeste Gnomon y en varias oportunidades ha dado charlas sobre cómo utilizar el instrumento, así como del Horologium, para saber la hora mirando las estrellas y el reloj de sol.

La carta celeste Gnomon quedó entre mis manos, como en la de muchos que por allí pasaron, a cuarenta y nueve pesos, junto con las explicaciones que Constantino dio a cada uno de los que se acercaba, incluyendo que ante cualquier necesidad se lo podía consultar por mail!

En el puesto también hay una guía del cielo ($60) increíblemente bien impresa que también tienta los bolsillos.

Gnomon


¿Hay más?
Para mí ya no había más que cansancio cuando pasó a ser domingo y todavía las calles internas de la feria atestaban de personas y niños por doquier. Afuera se preparaba Caetano Veloso. Ojalá haya cantado aquello de Chica anillo, estrella y la luna, rayo de sol en el cielo de la ciudad...

La Luna estaba llena en Sagitario y yo estaba repleto de papeles, un libro, una carta celeste y todo esto por contar, quizás para contagiar las ganas de ir. Hay muchas otras charlas, todos los días, hasta el 10 de mayo. La entrada vale $15.
Mañana quizás vuelva, a la noche, porque puedo decir, con orgullo ajeno, que una compañera de la secundaria dará allí una charla, como parte del ciclo "La ventana del Conicet". Recuerdo que Marian Hernández, cuando teníamos 18 vueltas al sol apenas, quería ser oceanógrafa. Y es doctora en biología, en CENPAT, con un currículum de 11 páginas. Vaya que no es poco. Ojalá pueda ir, otra vez, a nadar en ese otro mar de gente.

La ronda de los caramelos
El problema era algo así (tengo el papel, pero creo que lo puedo citar sin ayuda-memoria):
Supongamos una ronda de personas. No importa la cantidad de personas que integren la ronda, pero para hacerlo más simple podemos imaginar una ronda de poca gente. Cada persona tiene en su poder caramelos. Un número PAR de caramelos.
La idea es que cada persona la dará la mitad de los caramelos que tiene, a la persona que tenga a la izquierda (o a la derecha, es lo mismo, yo prefiero la izquierda...).
Esto lo hacen todos los que integran la ronda una vez. Al cabo de lo cual, ¿es posible que alguna persona se haya quedado con un número IMPAR de caramelos?
Sí, es posible: si tengo dos caramelos y le doy la mitad (1) a la persona de al lado me quedo con 1. Pero al mismo tiempo recibo caramelos de quien tengo del otro lado. Si la otra persona tiene cuatro, me da dos y termino con tres.
Entonces, al final de la ronda, a las personas que tengan un número impar de caramelos se les da uno más, para que tenga un número par.
Ahora bien:
Si todas las personas tuvieran la misma cantidad de caramelos y hacemos esto una vez, ¿qué pasará? ¿Y si lo hacemos muchas veces? ¿Depende de la cantidad de caramelos?
Si todos tienen dos caramelos pasará lo mismo que si todos tienen cien caramelos.
Pensemos: tengo cuatro. Le doy dos a la persona de la izquierda y recibo dos de la persona de la derecha. Sigo teniendo cuatro. Es decir, si todos tenemos el mismo número de caramelos al inicio, independientemente del número, sin importar la cantidad de gente de la ronda ni de cuántas veces iteremos el proceso, al final, todos tendremos lo mismo.
¿Esto es notable? Un momento, no nos apresuremos.
Caramelos


¿Qué pasa si no tenemos todos el mismo número de caramelos? Epa. Acá hay que pensar.
Digamos que yo tengo 6. Digamos también que soy el que más tengo, en una ronda de 4 personas. A la izquierda tengo una persona (A) que posee 4 caramelos y a la derecha la persona (B) tiene dos caramelos. Va la ronda. Yo, que tenía 6 le doy la mitad a A, que tenía 4, pero le dio dos al de su izquierda. O sea, 4-2=2, luego recibe mis caramelos 2+3=5.
Yo dí 3 de los seis, pero el de mi derecha me da la mitad de sus caramelos. B tenía dos, me da uno. Me quedo con 4.
Qué pasa con B. Tenía dos, me dio uno, queda con uno, pero recibe del de su derecha. El de su derecha puede tener dos o más, así que o recibe uno o más de uno. Si recibe uno, sigue teniendo dos, sino tendrá más.
Yo, que era el que más tenía, 6, ahora tengo 4.
A, que tenía 4, ahora tiene 5.
B, que tenía 2, ahora tiene o lo mismo o más.

Lo que le pasa a B y lo que me pasa a mí es clave. Yo soy el que más tengo y si hacemos la ronda ¿puedo llegar a tener más de lo que tenía?
B, que es quien menos tiene, al hacer la ronda ¿puede tener menos de lo que tenía?
Y si iteramos este proceso, ¿qué pasa?

Pasa que los que menos tienen irán teniendo en cada ronda o lo mismo o más. De a poco, los que menos tienen serán menos.
En cambio, los que más tienen, no pueden tener más, sino lo mismo o menos en cada ronda.
¿Se dan cuenta lo que pasa?
Esto es una idea. Nada más que eso. Una de esas ideas que pueden contarse en cinco minutos y cambiar una vida. Quizás exagero. Pero ¿no les pasa algo con esto? ¿No les ha pasado algo similar alguna vez leyendo un buen libro o viendo una buena película o en alguna clase de un buen profesor?
Es ni más ni menos que eso. Una simple idea matemática, con un poder maravilloso.
Vieron que TEDx se promueve con el eslogan "Ideas que valen la pena", pues esta me parece una de esas. Quizás yo sea medio zombie, pero creo que es valiosa.
Una idea maravillosa contada por Paenza. Relatada el Año del Bicentenario. Yo creo que esto es mucho más que matemática, no?


Fuentes y links relacionados

  • Feria del libro de Buenos Aires

  • Sobre las imágenes

  • Fotos tomadas por mí, que no nací para ser fotógrafo, ciertamente.


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