Blog de noticias de astronomía - Desde Buenos Aires, Argentina
¡Que no cunda el pánico!
"¿No es suficiente ver que un jardín es hermoso sin tener que creer que también hay hadas en el fondo?" - Douglas Adams, La guía del autoestopista galáctico.

8/1/14 - DJ:

El mito de los premios

T.E.L: 6 min. 26 seg.

Sobre los premios científicos (y no científicos) y su significación social.


Cuando era joven y estudiaba locución solía soñar con que ganaba un premio de Aptra y subía a un escenario fulgurante de flashes para recibir mi estatuilla.
Con el paso del tiempo me fue creciendo una tortuga en la cabeza. Comencé a pensar más despacio. No es que me haya vuelto "tonto", alguno hasta diría que todo lo contrario. Es más, años después subí a un escenario llevando una bandera por haber obtenido el mejor promedio en una carrera terciaria.
Eso de ser "el mejor promedio" era un "título" que no merecía. Las notas, frías y distantes, sin embargo, decían otra cosa.
La media aritmética representa algo que no existe. Es útil en matemáticas y la usamos permanentemente, pero al fin de cuentas, remite a lo inexistente. Supongamos que obtuve en sendos exámenes las notas 6 y 8. El promedio, 7, da cuenta de un valor que no representa a ninguna de las dos notas obtenidas.

Los premios, como los promedios, dicen algo que no somos y que nos "reemplaza".

Hace tiempo que reflexiono sobre los premios en ciencia. En particular a raíz de una nota escrita en este blog. Recientemente se transmitió por televisión la entrega de los Premios Konex y volví a pensar en las mismas ideas.
En estos días vi en TV una entrevista que le hizo Cecilia Luchia Puig en su programa "Líderes Hoy" (Canal 26) a Juan Martín Maldacena.
Usualmente la conductora entrevista a "Líderes" entendidos por lo general como Presidentes o Gerentes de alguna empresa "importante".
Es por eso llamativo que un programa vinculado al "management empresarial" entreviste a un doctor en física.
¿Por qué lo eligieron? ¿Acaso porque a la conductora le interesa la cosmología?

Voy a hacer un paréntesis para divagar un poco sobre los premios.
Un premio suele caracterizarse por:
1-Poseer una forma material (una estatuilla o medalla o portada de una revista)
2-Es una manera de reconocer/agradecer una labor.

Pero hay otras características asociadas a los premios en virtud de que se entregan, lo que implica:
3-Aceptar el premio (o rechazarlo)
4-Asistir a una ceremonia (ritual)

5-Y dado que tales ceremonias se realizan para otros asistentes (o se publican o se televisan), el premio y su entrega pasan a ser no sólo un reconocimiento, sino uno que es público.

6-Agreguemos que por lo general quien entrega un premio es una institución supuestamente "prestigiosa".

7-Y para finalizar adelantemos algo de mi análisis: ese "prestigio" se traspasa hacia el recibidor.

Hagamos otro paréntesis, más breve. Prestigio es una palabra que se usa para denotar reputación e implica fama. Pero también es un término con matiz negativo asociado a "engaño o truco" como señala la película The Prestige al tercer acto de la magia, que recibe tal nombre por una razón.

Volvamos a los premios y las entregas:
Digamos que Pedro escribió un libro digno de nuestra admiración. Lo que nos ocurre como seres humanos es que tendemos a agradecer esa producción cuando valoramos la misma.
Personalmente creo que es muy valioso el agradecimiento, que hay que ser agradecidos con todo aquel que "logra" algo que valoramos.

Pero si lo importante es agradecer, no hace falta publicarlo.
Empero, muchas veces deseamos compartir nuestro agradecimiento y hacerlo público.

Este tipo de acciones se parecen bastante a una "entrega de premios" al menos en las intenciones, pero posee diferencias importantes.

En este ejemplo, Pedro (autor de una obra valiosa) recibirá nuestros elogios personalmente o a través de una carta que puede ser pública, pero no necesita "aceptarlo" ni asistir a ninguna ceremonia.

Además, nosotros como lectores no somos una "institución prestigiosa". Si en cambio lo fuéramos habría otras consecuencias que harían que ese reconocimiento fuese similar a un premio, incluso sin la estatuilla y la entrega:
Si la Institución X (que es prestigiosa) le entrega un premio a Pedro por su obra, entonces Pedro es prestigioso.
Y esto ocurre a tal punto que nosotros, testigos indirectos de esta realidad mediata (o mediatizada) podemos no tener idea de cuál es el valor de la obra. Podemos desconocer totalmente de qué trata el libro, podemos no leerlo nunca, pero tendremos en claro que Pedro es un hombre de prestigio. ¿Por qué? Porque recibió un premio.

En este punto, el concepto de fetichización de Marx y el de mito en Barthes (ver el textro de Mario Margulis en las referencias) entretejen la idea de que un premio es un signo que posee un sentido diferenciado y hasta despojado de referencia histórica: tiene un significante/interpretante ambiguo.

Para explicarme en forma más concreta:
La producción de Juan Martín Maldacena no cambió sustantivamente en el último año. De hecho es posible rastrear la valoración que ya se tenía de él años atrás:

Federico Kukso escribía para Página/12 del científico en mayo de 2005. El copete indica "Juan Martín Maldacena, una estrella de la física". Y en la bajada se indica que: "La revista Time y el New York Times lo rescataron como uno de los 'líderes científicos' del futuro. Y hasta un congreso de científicos coreó y bailó una versión del hit 'Macarena' con su nombre"

Cinco años antes, en 2000, Juana Libedinsky publicó un artículo en La Nación sobre "El nuevo perfil de los intelectuales del país". Entre ellos figura Maldacena a quien se presenta como "elegido por la revista Time como uno de los líderes del futuro".

En este caso se lo nomina como un referente porque fue apuntado por el establishment cultural, pero también por Time.

En el caso de la entrevista de Luchia-Puig esta situación aumenta ya que además de lo indicado antes, se agrega que Maldacena recibió recientemente el Konex de brillante.

Y entonces me digo que ocurre lo que sigue:
Es muy altamente probable que hasta que se entregó el premio Konex a Maldacena, Cecilia no tuviera ni idea de quién es y fundamentalmente qué hizo el físico argentino. Y que aún hoy tampoco tenga más que un muy somero concepto de cuál es trabajo del doctor en física y que de hecho no le importe mucho. ¿Le importa a Luchia-Puig la Teoría de Cuerdas, realmente?

Pero algo más: Maldacena recibió un premio del...Papa! ¡Y parece que eso es meritorio!

Entonces el mérito no está en el trabajo, en lo que efectivamente produjo Maldacena hasta ahora, sino en el brillo de los premios.
La importancia de Juan Martín, para Cecilia, radica en que es una persona apuntada por otras (que tienen prestigio) como prestigiosa.

Se parece al concepto de fetiche en Marx en ese carácter dual del valor de uso y el valor de cambio.

No pasa sólo con premios y medallas. Cuando hoy compramos un par de zapatillas o un pantalón (que son mercancías que vamos a usar pero que también vamos a mostrar) ¿compramos tales objetos sólo por el valor de uso o también por el sentido social que tales objetos "adquieren"?
Las comillas en el verbo son necesarias porque los objetos no adquieren nada, el sentido es esa relación interdiscursiva que nos formamos las personas.

Seré poco ortodoxo o académico en el ejemplo, pero en la temporada 20, episodio 2 de Los Simpsons ("Comunicación perdida") Bart quiere un celular sólo porque sus amigos tiene uno. Es decir que no lo necesita (en el sentido de darle un uso) sino que el celular es el satisfactor de otra necesidad de pertenencia o de distinción.

En el caso de los premios (así como los récords en los deportes) el valor pasa del trabajo a la persona transformada en signo-personaje, en ícono. De modo que ya Maldacena no es aquel que realizó la conjetura que lleva su nombre porque ni siquiera se entiende lo que hizo (excepto para los de su propio campo o aficionados muy interesados), sino que es aquel que recibió tal o cual premio.

Ya el valor no está en el trabajo de esa persona, sino en el estatus, en lo que esa persona "simboliza" por haber recibido un premio.

Y así el científico se transforma en un "ídolo" producto de la picadora de carne del sistema actual que al masificar serializa, estandariza y distingue.

En la nota que figura en el sitio 26noticias.com dice, respecto de la entrevista: "Historias como esta merecen ser contadas porque ayudan a levantar el ánimo de los argentinos ante tanta basura y peleas por el poder como hay. Es una forma de reafirmar que los argentinos aún pueden, como alguna vez pudieron, algo que se ve reflejado en varios premios Nobel científicos y otros obtenidos."
Y agrega: "Es una expresión de que en la Argentina no todos son solo futbolistas, o políticos corruptos, o piqueteros, o delincuentes, o "la mano de Dios" ...... "

Supongo que para quien redactó el texto es preferible que todos sean "Líderes" como los empresarios a los que se suele entrevistar. O científicos o artistas, siempre y cuando tengan reconocimiento del establishment. Porque científicos y artistas argentinos valiosos hay muchísimos. Pero sólo algunos tienen "premios"...

Ahora Maldacena ha sido convertido por la sociedad de consumo en un producto de prestigio, un gurú, un mito.

Los argentinos somos así. Si los yankis le ponen nombre a los huracanes nosotros no nos quedamos atrás y nombramos hasta a las tormentas y con más de un nombre.

Y si los ingleses tienen a Hawking (otro ídolo, otro gurú del que todo el mundo tiene sus libros para decorar la biblioteca y que, de paso, hoy cumple años) ¿por qué nosotros no habríamos de tener a nuestro astrofísico fetiche?

Fuentes y links relacionados

  • Mario Margulis: Ideología, fetichismo de la mercancía y reificación (PDF)
  • Los Simpson on line: Temporada 20: Cap.2

Sobre las imágenes
Etiquetas: -

No hay comentarios.:

Publicar un comentario