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10/2/18 - DJ:

Sobre política y ciencia en tiempos de Trump

T.E.L: 7 min.

Luego de 12 meses en la oficina, los efectos de Trump en las ciencias han sido tan malos como se temían, según Nature. Pero, ¿Trump es el problema?



Lo que sigue es una traducción realizada por mí, de una nota editorial publicada en la revista Nature el 19 de enero. Al final, algunos comentarios propios.

Después de un año de Trump Presidente, los científicos en Estados Unidos están dando lo mejor en difíciles circunstancias y Nature los aplaude por eso. Es cada vez más claro que Trump ha sido tan malo para varios aspectos de la ciencia como temíamos. Lo más crucial, el rol de la ciencia y el asesoramiento científico en la vida pública ha sido repetidas veces socavado.

Al escribir luego de su victoria electoral en noviembre de 2016, esta revista trató de mirar el lado positivo y sugirió que Trump todavía podía "dejar atrás sus actitudes dañinas e impopulares y abrazar la realidad, la racionalidad y la evidencia".

Cuán equivocados estuvimos en ser optimistas. Luego de 12 meses en la oficina, el impacto de Trump en la ciencia puede ser claramente dividido en dos categorías: malas cosas que las personas esperaban, y malas cosas que no esperaban. La larga lista de ítems en la primera categoría incluyen el abandono de EE.UU. del acuerdo climático de París, vuelta atrás a las regulaciones gubernamentales (agencias medioambientales en particular) y el fallido récord en nombrar un consejero de ciencia. Su administración cortó fondos a organizaciones del exterior que promueven la salud pública pero mencionan el aborto, debilitó restricciones bajo el Acta de Control de Sustancias Tóxicas y censuró el uso por parte de las agencias de gobierno de frases como "basado en evidencia" y "cambio climático". Los grupos de asesores, incluyendo uno en HIV, han sido desmantelados, y los científicos con subvenciones de la Agencia de Protección Ambiental fueron censurados de las juntas de la agencia.

En la segunda categoría, la retórica campaña de Trump prometió la prohibición de viajar a Musulmanes, pero los detalles completos y caóticos fueron peores y más divisivos y perturbadores que incluso lo que sus oponentes declarados habrían imaginado. Las organizaciones científicas hicieron fila para quejarse de la posible pérdida de talento.

Hay también algunas cosas malas que los críticos esperaban de Trump, pero aún no ocurrieron. Los presupuestos en agencias claves de ciencia y salud permanecen sin variación (aunque esto es en gran medida gracias a la resistencia en el Congreso a realizar recortes); la censura en la investigación de tejido fetal y células madre no ha surgido; y los programas de la era Obama, incluyendo la Iniciativa de Medicina de Precisión, permanecen en su lugar por ahora.

Una cosa buena ha ocurrido: Trump desencadenó una oleada de actividad política de científicos motivados para oponerse a él. (Y, por supuesto, naciones desde China hasta Francia, están ofreciendo oportunidades mientras el liderazgo estadounidense desaparece). Aquellos que celebran los valores de la ciencia deben seguir peleando. Los científicos y políticos deben continuar desafiando las acciones del presidente y tratar de mantenerlo a raya.



Relaciones entre ciencia y política
Si se analiza el editorial de Nature y se tienen en cuenta otros artículos publicados por esa y otras revistas de ciencia, es posible llegar a dos consideraciones generales sobre las relaciones entre ciencia y política:

1-Las teorías científicas se pueden debatir, no son verdades absolutas. Pero se debaten en el marco del pensamiento científico, esto es, en relación a datos objetivos (que siempre deben ser interpretados) y la lógica formal. Las teorías se ponen en duda cuando las evidencias (experimentos, observaciones) indican algo diferente. No se niega una teoría sólo porque no nos gusta, así como no se avala sólo porque nos agrada.
Las hipótesis no se crean por mero gusto creativo, sino para resolver algún problema, por ejemplo una diferencia entre una teoría vigente y observaciones de la realidad. Las hipótesis no se crean para que la realidad sea como la deseamos a partir de una posición filosófica o ideológica. Una teoría no será muy tenida en cuenta cuando no tiene suficiente soporte evidencial. En síntesis: las ciencias son la mejor herramienta para tratar de comprender la realidad. Cuando se fuerzan los datos para que coincidan con una postura previa, deja de ser ciencia.

2-El trabajo científico es eso, un trabajo, por tanto también es un derecho que se defiende, lo que lleva a pensar en alguna forma de sindicalismo en las ciencias. Pero conocer mejor la realidad es un derecho y una necesidad del conjunto de la sociedad, no sólo de los científicos. Por eso, las políticas científicas no debieran movilizar sólo a los actores de las ciencias directamente perjudicados, sino al conjunto de investigadores y a la sociedad toda. Por la defensa de puestos de trabajo, así como en defensa de un mejor conocimiento de la realidad es necesaria e indispensable una política de ciencias que resuelva problemas teóricos y prácticos.

De lo primero surge que en aquellas ciencias que involucran a las personas como objeto de estudio (las ciencias sociales, pero también las medioambientales) interfieren los "valores morales", de lo que supuestamente está bien o mal, lo que conviene o no (a algunos sectores) y por cierto, también tienen injerencia los intereses económicos. En el caso del cambio climático, hay intereses económicos creados, pero debe hacerse notar que la reducción de emisiones y las energías "alternativas" impulsan también muchos negocios. En definitiva, la noción de cambio climático no acaba con los negociados, sino que éstos cambian de mercado.
Por tanto, lo que se ve es una pugna de algunos pulpos económicos frente a otros, sumado a supuestos valores religiosos-morales de lo que "está bien" según algunas interpretaciones de supuestas sagradas escrituras, que por conveniencia se olvidan cuando económicamente no conviene.

TRUMP EN EL MUNDO
El sociólogo argentino Silvio Waisborg publicó en The New York Times un artículo sobre el "conservadurismo cultural" en el que dice que "El viraje a la derecha en el continente y la creciente influencia de la religión en la política pone el viento de cola en una reacción cultural que pretende desandar algunos de los mayores logros sociales (...)"

"¡Atrévete a saber!", decía Kant para referirse a la Ilustración. Pero al "Siglo de las luces" alguien le cortó la energía. Trump es un exponente de eso. Hay otros. Recientes artículos periodísticos han dado cuenta de la consulta del presidente argentino a una "armonizadora budista". No creo que los dirigentes políticos necesiten consultar a sacerdotes, pastores o "armonizadoras" para tomar sus decisiones, como el recorte de puestos de investigación científica en CONICET o el despido de trabajadores de INTI. Esas consultas sólo podrían usarse como excusas. Las ideologías se pueden definir de muchas maneras, entre ellas: conjunto de argumentos falsos para justificar lo injustificable.


El avance del conservadurismo cultural no debería engañarnos. No se trata de que los conservadores sean malos y los liberales sean buenos.
Pero gran parte de la población mundial parece elegir el mal menor entre los partidos dominantes. Y así se turnan los malos y los peores. Mientras, si ganan aquellos que elegimos, nos convertimos en fanáticos defensores. Y si pierden, en fanáticos detractores.

Es necesario ejercer siempre el pensamiento crítico. Y mucho más cuando gobiernan aquellos con los que podríamos tener mayor afinidad. Esto es así, dentro del pensamiento científico y por tanto también "fuera" del pensamiento científico. Si nos convence más la teoría del Big Bang (Modelo Estándar), es necesario entonces ser críticos con esa teoría, porque ¿qué implicaría no serlo?

Hay que dejar de justificar lo injustificable. La crítica permanente es la única actitud "científica" admisible. Aquello que dice el editorial de Nature sobre la mayor politización científica es cierto. Pero ¿esa politización es una actitud crítica permanente? No parece.

CONCLUSIÓN
Un profesor de semiótica de la Universidad escribió un trabajo sobre internet y los nuevos medios. Decía esto: "Internet hizo creer que era un nuevo medio de comunicación. Sin embargo Internet es una nueva tecnología, la primera que no se diferencia de las anteriores sino que brutalmente se solapa, confunde y excede a las anteriores."
Suelo usar esta frase como referencia a un proceso general: confundir un problema con una solución. Internet no es el problema sino que con su aparición nos empezamos a dar cuenta de problemas pre-existentes que no habíamos notado. Los problemas de la comunicación anteceden a internet y las tecnologías no son un problema ni una solución "en sí mismas", sino que lo serán o no de acuerdo al uso que hagamos de ellas.
Trump no es el problema, es un síntoma. Si Trump fuera el problema, entonces no es un gran problema porque, a menos que se vuelva tiránico, no durará mucho en el poder. Si no se modifica la Constitución, a lo sumo durará 8 años. Luego vendrá otro/a. El problema es que siempre se vota lo mismo en forma recurrente. Es como si tuviéramos que elegir entre el Big Bang y el Estado Estacionario. Sí, la primera parece mejor. Pero ¿explica todo o tiene problemas? Defender esa teoría NO puede ser esconder sus problemas, sino al contrario. No se trata de favorecer CIEGAMENTE esa teoría, sino de encontrar las mejores respuestas, las que más se acerquen a la realidad, las que solucionen problemas. Lo demás es fanatismo.
La única manera de evitar el fanatismo es con la crítica permanente. No la crítica porque sí, sino la crítica argumentada frente a los problemas que efectivamente existen. La crítica puede ser objetiva, aunque se haga con pasión. No podemos hacerlo de otro modo, somos personas, no robots.

Waisborg tiene razón en que hay muchos que sueñan con el avance del conservadurismo (que es un retroceso). Y otros que sueñan y se conforman con sacar a Trump. Es cierto que son muchos los que justifican lo injustificable. Pero creo, como Lennon, que es posible imaginar un mundo mejor. Dirán que soy un soñador, pero no soy el único. Sin embargo, el sueño, la utopía son insuficientes. Para lograrlo hay que elaborar los mecanismos que lo hagan posible. Por eso, Kant, tenía razón: Sapere Aude! escribió el 30 de septiembre de 1784 en Königsberg y tiene tanta vigencia como internet.

Fuentes y enlaces relacionados

Science after a year of President Trump
https://www.nature.com/articles/d41586-018-01001-9

http://trumpvsscience.com/

El nuevo conservadurismo cultural, por Silvio Waisborg
https://www.nytimes.com/es/2018/02/07/opinion-waisbord-nuevo-conservadurismo-cultural-religion-estado-laico/

La "armonizadora" de Macri y su rol en la decisión de sostener a Triaca
https://www.clarin.com/politica/armonizadora-macri-rol-decision-sostener-triaca_0_BkjFy0vIM.html

Macri encontró en la armonización budista la manera para abrir su universo íntimo
http://www.perfil.com/protagonistas/macri-encontro-en-la-armonizacion-budista-la-manera-para-abrir-su-universo-intimo-0726-0034.phtml

UNA DEFINICIÓN SOCIAL DE MEDIO DE COMUNICACIÓN (El envejecimiento de sus versiones tecnológicas)
José Luis Petris y Rolando Martínez Mendoza
AVATARES de la comunicación y la cultura, No 2. ISSN 1853-5925. Agosto 2011

Kant, Immanuel. Contestación a la pregunta ¿qué es la Ilustración? Buenos Aires, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, 2013.


Sobre las imágenes
Imagen inicial: Captura de pantalla sitio Nature.com
Imagen 2 de https://climatefeedback.org/evaluation/analysis-of-donald-trump-climate-statements/
Imagen 3: sitio Perfil.com

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