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19/11/10 - DJ:

Falleció un llanero solitario del cosmos

T.E.L: 5 min. 12 seg.


El astrónomo estadounidense Allan Sandage dejó de existir a los 84 años el 13 de noviembre. Fue asistente y continuador del trabajo de Edwin Hubble.
Allan Sandage


Realmente me golpeó la noticia. Había establecido cierto lazo, llamésmole sentimentaloide, por Sandage, a propósito de un libro maravilloso: Corazones solitarios en el cosmos. Aquella obra fue escrita por el periodista del NYTimes Dennis Overbye. En el mismo periódico contó ayer que, de acuerdo a lo anunciando por los Observatorios Carnegie, la causa del deceso fue un cáncer pancreático.

"Durante más de seis décadas, Dr. Sandage fue como una de esas gigantes galaxias que se sientan en el centro de un cúmulo, dominando el clima cósmico", señaló Overbye.

En 1949 Sandage era un joven estudiante de Caltech cuando se transformó en asistente observacional de Edwin Hubble, el astrónomo de Monte Wilson que "descubrió" la expansión del universo.

Hubble había planeado una campaña de observaciones con el nuevo telescopio en el Monte Palomar, pero en 1953 lo sorprendió un ataque cardíaco. El novato doctorado Sandage, a sus 27 años, heredó el trabajo de conocer cuál sería el destino del universo: ¿la expansión infinita o la contracción?

Sandage parecía tener un fuerte carácter, era impulsivo y pasional. Pero incluso luego de retirado de la esfera pública, de los Observatorios Carnegie, siguió trabajando. En junio publicó su último trabajo sobre variables.

Wendy Freedman, directora de Carnegie con quien rivalizó, se refirió a Sandage como el último gigante del siglo 20 en cosmología observacional.

Allan Rex Sandage, que había nacido en Iowa, el 18 de junio de 1926, es señalado muchas veces como quien encaminó o estableció la dirección de la cosmología observacional. La gran tarea del siglo 20 parecía ser aquella que pudiera decidir entre dos modelos surgidos luego de 1929: el estado estacionario o el Big Bang. En 1961 Sandage publicó un paper en The Astrophysical Journal mostrando que la tarea podía se hecha con el telescopio de 200 pulgadas (5 metros). Describía a la cosmología como la búsqueda de dos números: la tasa de expansión (conocida como Constante de Hubble) y el parámetro de deceleración.

Mientras tanto, investigó el nacimiento de las galaxias. Al analizar los movimientos de estrellas viejas en la Vía Láctea, mostró en 1962 que nuestra galaxia había nacido del colapso de gas primordial probablemente hace 10 mil millones de años.

En 1959 se casó con una astrónoma, Mary Connelly, quien lo sobrevive con sus dos hijos David y John.

En 1956 sugirió que la constante de Hubble sería de 75 km/s/mp (Hubble había dicho 530!), pero para 1975 el valor había descendido a 50, correspondiente a un universo de 20 mil millones de años.

Esta estimación le trajo buenos dolores de cabeza a él y a su colaborador G. A. Tammann. En 2001 un equipo que usaba el Hubble reportó un valor de 72 km/s/mp. Pero Sandage estaba empecinado en mantener que el valor era más bajo.

Para tener una idea de quién fue Sandage, digamos que publicó más de 500 artículos científicos (530 según ADS)a lo largo de su carrera, que publicó el Atlas de Galaxias de Hubble en 1961 y que lo hizo antes de la era digital.

Un astrónomo de los de antes
Mucho de su trabajo observacional se realizó antes del advenimiento de los detectores digitales y cómodas habitaciones de observación rodeadas de consolas.
Hace un tiempo, un director de TV argentino (Ricardo Benítez), realizó un documental sobre Las Campanas. En YouTube podemos ver un trailer de El silencio de Las Campanas, en el que se aprecian las instalaciones de ese observatorio de Carnegie moderno, instalado en Chile. A propósito, sería bueno que repitieran ese documental alguna vez.
Pero Sandage no gozó de esos privilegios tecnológicos, aunque sí contó con un instrumento que era de lo mejor del mundo en su momento. Debió trabajar agazapado en la "jaula" del foco primario del telescopio, suspendido sobre la bestia.

Hubble en el Hale
Imagen de E. Hubble mirando al exterior desde la jaula del telescopio de 5 metros Hale de Monte Palomar. Crédito: J.R. Eyerman/Life


No es intención aquí sobreestimar sus capacidades ni su habilidad como astrónomo. No desconozco sus errores, sus berrinches, pero sí marcó una época, fue un ícono de una astronomía que ya no está. La nueva astronomía, muy digitalizada, computacional, es cada vez más precisa, más monstruosa, quizás menos romántica. Aunque ese "espíritu" permanece en los observadores amateurs y en aquellos que estudiaron y se criaron en otros tiempos y que aún tienen mucho que enseñar.
No fue Sandage mejor astrónomo que otros. No lo ensalzo aquí por creer que los estadounidenses son superiores o que el pasado fue mejor.
Pero sí fue un representante de una tradición, mucho más casera, menos precisa, más manual. Un astrónomo solitario como difícilmente podamos imaginar hoy.

En el libro The Day we found the Universe, Elaine Bartusiak da cuenta de grandes aportes de Vesto Slipher, Henrietta Leavitt y Georges Lemaître, como para desmitificar a Hubble como "descubridor" de la expansión, algo de lo cual, además, no estaba del todo seguro. Pero también describe el trabajo de Hubble (1):

Observar con el [telescopio de] 100 pulgadas era una danza coreografiada en el monumental domo, de 100 pies de alto y casi tanto de diámetro. A veces Hubble podía sólo inclinarse hacia atrás en una silla de madera curvada, su favorita, y serenamente fumar su pipa en la oscuridad, mientras tomaba una fotografía. Pero otras veces estaba ubicado en lo alto de una plataforma que podía ajustar a cualquier altura vía rieles a cada lado del domo. Con el motor del telescopio encendido ajustando el telescopio mientras la noche del cielo nocturno se movía lentamente sobre su cabeza, él y su asistente se aseguraban que el avance fuera en sincronía con la rotación de la Tierra..."Esto era lo mejor de la experiencia de astronomía observacional", notó el astrónomo de Monte Wilson, Allan Sandage, "un oscuro y quieto domo, un monstruoso telescopio moviéndose lentamente, y el dominio de la peligrosa plataforma, todo con el interés de recolectar datos sobre un problema de trascendental significado".


Y luego, las placas. No, no había CCD. Había que revelar grandes placas y hacer comparaciones a ojo, montando placas unas sobre otras. Eso que hoy los profesionales pueden hacer con software y cálculos matemáticos para quitar las similitudes entre tomas y quedarse con las diferencias, eso, no existía.

No, mi tristeza no es porque murió un astrónomo estadounidense. Se fue el "personaje" de un maravilloso libro que me generó la necesidad de empezar a contar qué investigan los astrónomos argentinos, dónde lo hacen, cómo.

Hacia el final del libro antes citado, Overbye cuenta de una ocasión en la que se celebraba lo que habría sido el cumpleaños 97 de E. Hubble, en 1986, tras la explosión del Challenger. Habló Sandage.
Y Overbye dice al respecto:
"Él estaba allí para recordarnos a todos algo que podía olvidarse fácilmente en la marcha tempestuosa de los datos técnicos: los astrónomos hacen progresos. Las estrellas son imposiblemente viejas, pero no son eternas. Hay lejanías imposibles, pero no lejanías infinitas. [...] La gran ciencia como el gran arte vuelve a lo obvio. [...] Las estrellas nacen y mueren. Las galaxias nacen y mueren. Los átomos nacen y mueren. Las partículas nacen y mueren.[...]
Si Sandage estaba equivocado al menospreciar cínicamente a los teóricos de las supercuerdas, estaba sin duda en lo cierto cuando decía que la principal lección de la cosmología era la presencia de un misterio en el corazón de la existencia, un misterio que en última instancia más que resolverse debía saborearse. Ésa era la tarea de la cosmología, como la mitología de los antiguos: dar testimonio".

Y Sandage lo dio. Se fue una página de la historia de la astronomía.

Fuentes y links relacionados



Sobre las imágenes

  • Imagen de Allan Sandage por Bart Bartholomew de NYT.
  • Imagen de E. Hubble en el telescopio Hale. Crédito: Monte Palomar.


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