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8/7/15 - DJ:

Lucy en el cielo teatral

T.E.L: 4 min. 34 seg.

Reseña de la obra μάτια (Mátia), dirigida por Natividad Martone, con la actuación de Erica Pazur. Teatro y astronomía para reflexionar y sonreír.


Todo transcurre en la oficina de Lucy, una astrofísica que vive en su propia burbuja académica-profesional con los ingredientes (verosímiles y exagerados) que efectivamente tiene el trabajo astronómico real: busca una nueva teoría, aparentemente sobre la expansión del universo. Algo no concuerda con las observaciones de supernova hasta 1998. Escribe fórmulas apenas perceptibles en una pizarra. El espectador instruido en la materia verá algunos grafos con sentido teórico, como el parámetro Omega (sobre la densidad crítica de materia en el universo).

Lucy habla mucho por teléfono: con su mamá, quien le pregunta por la luna en Géminis y a quien Lucy le recuerda que es astrofísica, que hace investigación, no astrología, y a quien también le cuenta que no tiene tiempo para hombres, porque tiene que tra-ba-jar. Y luego, tendrá menos tiempo para su mamá: es que le concedieron tiempo de observación en el telescopio de Atacama!
Además Lucy conversa con Walther, su jefe, quien persistentemente le corta la llamada. Estos otros personajes sólo aparecen a través de estas conversaciones telefónicas: así conoceremos de la presencia (ausente) de Juan, su amante-casado-colega profesional. Y de Marcos, su asistente. A Lucy le gusta mucho la música. Al empezar la obra escuchamos un metrónomo (instrumento para medir el tiempo, el compás) y luego un violín, que toca ella sentada frente a su computadora. Sobre la pared se ven dos retratos: Vivaldi y Einstein, a quienes Lucy llamará por sus nombres propios (Antonio y Alberto).
Es que Lucy, además de hablar por teléfono, habla en voz alta. Le habla a su violín, a quien apoda John (referencia que no sólo puede ser establecida con el Beatle, sino con su amante, Juan).


Cuando Lucy se va de la oficina siempre apurada, con el tiempo "contado", suele hacerlo hablando con su teléfono celular. Al salir de la oficina-escenografía, los espectadores escuchamos lo que conversa Lucy, fuera de campo. Las luces de la oficina se apagan, para volver a encenderse cuando irrumpe en escena, Charlotte, personaje encarnado por la misma actriz -Erica Pazur- ahora personificando a la asistente personal de la científica. En claro contraste con Lucy, Charlotte es torpe en sus movimientos ampulosos y algo bruta, por ejemplo en el uso del lenguaje. Charlotte es un contrapunto, es el personaje que da movilidad a la obra, quien pone en jaque a Lucy al borrarle las ecuaciones de la pizarra. ¡La hipótesis! La tragedia de perder la hipótesis porque su asistente se la borró, muta rápidamente, ya que la astrofísica se da cuenta que su teoría tenía un error. Esto se repetirá en la obra: las "macanas" de Charlotte, son, en realidad, su "salvación".
Lo aparente es distinto a lo real. Su amor, Juan, no era lo que parecía tampoco. ¿Y Marcos?

Esos son los ejes de la obra, atravesados por la música de las Cuatro Estaciones, y dos temas de los Cuatro Fabulosos de Liverpool: Aquí viene el Sol y A través del Universo.[1]
La "presencia" de Vivaldi y sus estaciones también merece una lectura semiótica: no sólo hay una relación con lo astronómico, sino que una estación sólo adquiere sentido por las demás. Del mismo modo, lo que existe adquiere sentido cuando falta, la presencia por la ausencia. El vacío es tan material como una bola incandescente de plasma.

Tanto por los movimientos exagerados y acrobáticos, como por el hecho de apelar directamente al espectador, sobre todo en el personaje de Charlotte, se advierte que la obra unipersonal se basa en la técnica del clown. El "payaso", con su discurso cómico-dramático permite decir lo que de otra forma sería difícil expresar. Se caracteriza no sólo por las habilidades acrobáticas, sino por el romper la "cuarta pared", de interactuar con la platea a través de acciones y miradas. [2] [3]

En algún punto, la obra tiene un "mensaje", un posible sentido a lo Saint-Exupéry sobre que lo esencial es invisible a los ojos. En la tarjeta de la obra se incluye una frase de Bertold Brecht: "Lo pondremos en duda todo, todo otra vez". La referencia es a la obra sobre Galileo. En su capítulo 9, el autor alemán le hace decir eso [4] al gran astrónomo italiano en un discurso que apela a la duda metodológica.

La obra se llama Matia que en griego significa "ojos". El vocablo se usa explícitamente sólo una vez, al final de la obra. El espectador será quien deba darle sentido a la palabra.

De alguna manera, el juego teatral pone en duda el sentido de la vida académica, rigurosa, en la que se vive para trabajar (y no al revés), en la que lo que se pone en juego son los egos personales, la búsqueda del prestigio (el premio institucional), aunque para eso se tuerzan un poco las normas (como hará Juan, como hacen otros en la vida real, apropiándose de lo ajeno). Esa duda metodológica, la duda cartesiana tan propia del pensamiento crítico-científico, traspasa el ámbito meramente profesional para pasar a la vida de las personas, a la manera de vivir (y tra-ba-jar). Es, en este punto, una crítica al estilo de vida, o, en todo caso, es un sentido que es posible darle.

Otra idea que parece surgir de la obra es que esas contradicciones de la vida moderna se pueden superar con humor y amor.

En conversación con la actriz que encarna a los dos personajes se advierte que algo de eso hay. La obra es fruto de su interés por lo astronómico, pero es también consecuencia de un gran trabajo y una búsqueda que llevó años, a través de distintos directores. Finalmente, Erica Pazur encontró en Natividad Martone -la directora- la dupla creativa necesaria para dar forma teatral a la idea. Y no es un trabajo que haya terminado, ya que la obra está en constante cambio y transformación, como la vida.

Es interesante señalar que no hace falta tener ningún conocimiento astronómico para entender lo que le pasa a Lucy y a Charlotte. El juego simbólico no solo mueve a reflexión, sino que saca a relucir risas que iluminan y se adivinan las sonrisas que se comparten en la platea.

Lo lúdico, quizás infantil, acaso ingenuo, nos interpela a vivir de otro modo, en esa búsqueda de la felicidad que no sabemos bien qué es, pero que intuimos y que se despliega, se expande, como el universo, haciendo llegar los planetas hasta las manos de los espectadores.

Finalmente las luces se apagan y el metrónomo vuelve a marcar su paso. Los aplausos se encienden y algo quedará brillando en nosotros. Una obra para ver.

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Ficha de la obra
Actriz: Erica Pazur
Vestuario: Luisa Bohórquez
Escenografía: Absentá Teatro
Diseño de luces: Horacio Novelle
Diseño Gráfico: Gustavo Garabito
Asistencia: Sebastián Ferré
Idea y texto: Erica Pazur
Dramaturgia Escénica: Natividad Martone y Erica Pazur
Colaboración dramatúrgica: Camina Maurer
Dirección: Natividad Martone

Sábados de junio y julio 20 hs
El Piso Teatro, Hidalgo 878, CABA
Reservas: 4958-6016


Las huellas de tres astrónomos profesionales argentinos
Si la obra posee cierto realismo asociado a la actividad profesional en astronomía y a su contexto teórico actual no es casual. Erica Pazur contó con la colaboración de tres profesionales del IAFE, a quienes en el reverso de la tarjeta se les agradece: Dra. María Luisa Luoni, Gabriel Bengochea y Alejandro Gangui.


Fuentes y links relacionados


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