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24/9/06 - DJ:

"Descifrar el Universo no es un trabajo, siempre es un placer"

HABLA EL COSMOLOGO ARGENTINO PREMIADO CON UNA BECA PARA "GENIOS"
Matías Zaldarriaga, 35 años, nacido en Coghlan, es profesor en Harvard, EE.UU. Su pasión: la energía oscura del Cosmos.
Vía Clarín

Eliana Galarza
egalarza@clarin.com


A Matías Zaldarriaga le tocó una buena época. Qué mejor para un cosmólogo —alguien que se dedica a desentrañar la historia del Universo— que tener a mano las herramientas de observación e investigación de estos años. Una época en donde los grandes interrogantes sobre el Cosmos, de verdad, están cada vez más cerca de develarse.

Y también le tocó estar en el mejor lugar: la Universidad de Harvard; allí da clases de Relatividad General y también investiga. Pero Zaldarriaga no es sólo hombre afortunado. Es un joven talento de 35 años, que creció en el barrio porteño de Coghlan —de padre empleado, madre abogada y dos hermanos más chicos sin relación con la ciencia— y que egresó de la UBA con notas impecables y un título de licenciado en Física.

Su doctorado fue el primer paso para planificar un futuro lejos de la Argentina. Lo obtuvo en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, el prestigioso MIT. Desde entonces no hace más que reunir premios y distinciones. Hace unos días ganó la "beca para genios" que otorga la Fundación Mathews a 25 jóvenes talentosos en distintas disciplinas (ver Por qué...). Sobre ése y otros temas conversó con Clarín desde su casa en Boston, ciudad que ayer empezó a teñirse de otoño.

—¿Cómo es el día a día de un cosmólogo?

—No es muy fuera de lo común. Dos veces por semana doy clases, a unas cincuenta personas. Y el resto de los días me dedico a la investigación, intercambio opiniones, trato de entender por qué el Universo es como es. Hay que hablar mucho con otros porque ese intercambio enriquece.

—¿Y cuál es el tema del que más conversan últimamente?

—Las novedades más recientes aumentaron nuestros interrogantes. A mí me llama muchísimo la atención el alto porcentaje de energía oscura que hay en el Universo. No entiendo por qué está allí, y creo que a muchos cosmólogos les pasa lo mismo. De eso se habla mucho en reuniones formales e informales.

—¿Tiene alguna intuición sobre ese "fenómeno"?

—Es un conocimiento relativamente nuevo, últimamente todo es más vertiginoso. Cuando estudiaba en la UBA no se sabía sobre esa energía oscura. No puedo intuir sobre eso, yo me dedico a investigar: primero tengo que entender la naturaleza de ese hecho. Y todavía no lo entiendo.

—¿Piensa quedarse a vivir en los Estados Unidos?

—No soy el único cosmólogo argentino que vive en el exterior. El tema es que aquí puedo tener una vida ordenada, sin sobresaltos económicos, no tengo que angustiarme por la economía doméstica. No planifiqué tanto irme de la Argentina: las cosas se fueron dando. Y ahora, con mi esposa, Tamara, en el octavo mes de embarazo, me tengo que quedar.

—¿Sólo por lo económico un científico elige otro país?

—No es sólo eso: también es una cuestión de recursos, de posibilidades de acceso a la información. Y también porque, por ejemplo, yo, aquí en Harvard puedo ir a otro edificio o recorrer algunas aulas y encuentro gente de primerísimo nivel para intercambiar ideas. Está todo más a mano.

—¿Recuerda cómo nació su vocación científica?

—Recuerdo que fui un lector precoz de "Cosmos", el libro de Carl Sagan. ¿Cómo no iba a interesarme por algo tan apasionante? Ahora es mi gran vocación. No siento que voy a trabajar cuando voy a investigar. Me dedico a saber cada vez más sobre el Universo. Eso no es un trabajo: es un placer.

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