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8/8/07 - DJ:

Volando Hacia el Interior de una Tormenta

Un grupo de temerarios y curiosos científicos se reúnen a menudo para volar hacia el interior de las tormentas en un avión de la NASA.

Una tormenta en las cercanías del Observatorio Weikersheim, al sur de Alemania, en junio de 2007. Crédito de la fotografía: Jens Hackmann. NASA

Julio 18, 2007: El Rey Lear, de Shakespeare, gritó al cielo rogándole que derramase sobre él toda la furia de una tormenta. Un equipo de científicos de la NASA está pidiendo exactamente lo mismo: que algunas tormentas furiosas los intercepten en el camino —aunque, por supuesto, no con el mismo propósito malintencionado del Rey Lear.
"Todavía tenemos mucho que aprender sobre las tormentas y nos gustaría estudiarlas de cerca", dice Michael Goodman, un experto en ciencias de la atmósfera que trabaja en el Centro Marshall para Vuelos Espaciales. "Seguimos acumulando evidencia que indica que las tormentas podrían ser un factor importante en el cambio climático". Pero, ¿cómo? Esa es la pregunta.

Buscando la respuesta a esta pregunta, este verano, un equipo de científicos (entre los que se encuentra Goodman), patrocinado por la NASA, está trabajando en Costa Rica en una campaña de investigación sobre tormentas denominada TC4 o Composición Tropical, Nubes y Acoplamiento Climático (Tropical Composition, Cloud and Climate Coupling, en idioma inglés). Al igual que el Rey Lear, los científicos de la misión TC4 exhortarán al cielo para que libere su furia y, de esta forma, les abra las puertas para poder realizar los estudios.
Algunas tormentas son tan violentas que el aire que bombean puede alcanzar una altura de 60.000 pies sobre la superficie de la Tierra, abriéndose paso a través de una capa atmosférica llamada tropopausa, hasta alcanzar la estratosfera: ver diagrama. Los pilotos de la campaña de investigación TC4 volarán hacia el interior y alredor de la tropopausa para descubrir qué partículas arrojan estas tormentas y también cuál podría ser el efecto.

El equipo también examinará las heladas nubes cirro que se forman cuando las tormentas alcanzan la altura de la tropopausa. Como un manto de luz, estas nubes se extienden sobre una vasta área, reflejando la luz solar y enfriando la superficie de la Tierra que está ubicada debajo de ellas. Por otro lado, las nubes cirro también absorben la radiación infrarroja que proviene de la Tierra. El hecho de "atrapar" la energía infrarroja produce un efecto de calentamiento. Las partículas impulsadas hacia arriba por la fuerza de las tormentas podrían causar cambios en estas gélidas nubes perturbando así el delicado equilibrio entre el enfriamiento y el calentamiento de la superficie. ¿Cuál es el efecto neto que esto tiene sobre el balance de energía de la Tierra? Todavía no lo sabemos.

Los investigadores de la campaña TC4 cuentan con muchas herramientas a su disposición: varios satélites de la NASA, tres aviones de dicha agencia espacial (el ER-2, el WB-57 y el DC8), radares climáticos y globos sonda. Cada uno de estos instrumentos desempeña un papel fundamental para armar el rompecabezas de la tormenta ya que recolectarán datos sobre los relámpagos, el vapor de agua, la velocidad del viento, las emisiones de radiación infrarroja, las partículas de polvo, el monóxido de carbono, etc.


El avión DC-8 y el nombre de cada uno de los instrumentos científicos que transporta.

Los instrumentos más emocionantes son los aviones. El DC-8 de la NASA tiene asientos para 35 investigadores —bueno... si viajaran sentados. Al parecer estos científicos dan vueltas y hablan unos con otros dentro del avión, yendo de una punta a la otra del pasillo de la aeronave.

¿Qué se siente al estar entre esta muchedumbre de curiosos científicos a medida que el avión se abre camino hacia el interior de una enfurecida tormenta?

"Cuando el avión vuela por encima de la tormenta, se puede mirar hacia afuera a través de las ventanas, y todos los científicos hablan sobre el experimento —es muy emocionante", dice Robbie Hood, investigadora y experimentada piloto del Centro Marshall para Vuelos Espaciales. "Pero en ciertas ocasiones, lo único que he deseado ha sido sentarme frente a mi escritorio porque quería ver las imágenes de radar o de satélite que se estaban generando en ese momento".

Si Hood vuela en el DC-8 durante una de las campañas TC4, sus deseos se harán realidad. Lo que hace que este experimento esté un paso adelante de las investigaciones sobre el clima realizadas en el pasado es un nuevo instrumento llamado Monitor de la Misión en Tiempo Real (Real Time Mission Monitor o RTMM, por su sigla en idioma inglés). Desarrollado en el Centro Marshall para Vuelos Espaciales, el RTMM recoge datos de todos los satélites y sensores, y exhibe una imagen a todo color para que los investigadores que se encuentran en el avión puedan verla. Los científicos en la Tierra también pueden observar las imágenes generadas en vivo, mientras conversan con los científicos del avión por medio de mensajes instantáneos.
"Yo creo que este instrumento va a estimular la imaginación de las personas", dice Hood. "Cuando se observan datos en vivo, las cosas se ven diferentes de lo que se puede observar dos semanas después desde un escritorio. Y cuando se tiene a tantos científicos concentrados en algo, en tiempo real, se da rienda suelta a la imaginación, la conversación y la colaboración. Esto acelerará la forma de realizar descubrimientos".

De manera que estos científicos estarán generando una lluvia de ideas dentro de una tormenta. "¡Escupe, fuego! ¡Brota, lluvia!", que comiencen los estruendos.

Fuentes y links relacionados


  • Nota en Ciencia@NASA



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