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22/9/18 - DJ:

¿Por qué debe interesarnos la astronomía?

T.E.L: 7 min.

Reflexiones a partir del nuevo libro de Mariano Ribas.



En el programa La Liga de la Ciencia invitaron a Mariano Ribas, no ya como columnista habitual de astronomía, sino con motivo de la presentación de su nuevo libro "Crónicas del cielo y la Tierra".
Al respecto diré que, por lo comentado allí, el libro parece muy interesante y dados los antecedentes de Mariano, sin dudas debe ser un libro entretenido y realizado al mismo tiempo con la rigurosidad profesional que lo caracteriza. Por eso, incluso sin haberlo leído todavía, recomiendo la obra.

En ese marco, los presentadores del programa entrevistaron a Mariano y le hicieron una pregunta que como no lo grabé entonces debo recordar con mi frágil memoria. La pregunta apuntaba a por qué a alguien debería interesarse por la astronomía. Seguramente la pregunta fue algo diferente y pido disculpas por no citarlo textualmente.

Quiero dar mi versión de la respuesta aquí: no hay ni habrá ningún "motivo" para amar la astronomía. No hay ni puede haber una nómina, lista o enumeración de "beneficios" de la astronomía, nada de eso valdrá nada...si a una persona no le gusta, no se siente atraída, genuinamente, por la astronomía.

En cambio, si una persona tiene un interés genuino, entonces los potenciales "beneficios" de la astronomía (que pueden ser muchos y variados) los descubrirá sin mayor asistencia. Tales "beneficios" existen, pero sólo si una persona se interesa honestamente en el tema.

Hay algo que no se sabe: por qué dos personas miran por el mismo telescopio, en el mismo momento, al mismo objeto astronómico y una se enamora para siempre de la astronomía en ese momento, mientras a la otra no le pasa lo mismo. Es similar al gusto por el chocolate o quizás el dulce de leche. Mientras a algunos les encanta el dulce de leche y pueden comer toneladas, a otros les gusta un poquito y luego les resulta empalagoso.

Se puede rastrear, entre aquellos que nos enamoramos de la astronomía, los momentos de nuestra infancia o adolescencia en que empezamos a tener contacto con esa actividad, pero resulta más difícil, por no decir imposible, saber por qué a nosotros nos empezó a fascinar la astronomía mientras a otras personas no.

MI HISTORIA PERSONAL
Para ser más claro, contaré mi caso particular. Mi contacto con la astronomía ocurrió cuando tenía 11 años. Había un matrimonio que eran amigos de mis padres y tenían una distribuidora de libros, por lo que cuando nos venían a visitar, me traían libros, generalmente novelas de la colección roja de Billiken. De tales libros recuerdo "Cinco semanas en globo" de J. Verne y "Las aventuras de Bufallo Bill". Una vez, como ya estaba por terminar el colegio primario, me trajeron un libro de historia para el secundario, cuyo título no recuerdo. Y lo empecé a leer para maravillarme con la civilización egipcia, en particular los jeroglíficos y más todavía con la historia de Champollion y la piedra Rosetta.
Luego, quizás al año siguiente, en la televisión empezaron a dar la serie Cosmos, de Carl Sagan y vi justo un capítulo sobre esa historia. Más tarde se hizo la feria del libro y mis padres me llevaron. Allí vi el libro Cosmos, que era grande y caro, y le pedí a mi padre que me lo compre. Con alguna duda, mi padre accedió. Mi interés entonces, no era astronómico, sino histórico. La cuestión de la Piedra Rosetta y los jeroglíficos era casi una historia de detectives y del descifrar un código secreto.
Pero en el libro de Sagan, además, encontré a los planetas y lo que más me llamó la atención eran las fotos de galaxias y cúmulos globulares que parecían como "figuritas" a coleccionar en un álbum. Ese fue mi primer contacto con la astronomía: para mi ser astrónomo era como juntar figuritas de galaxias...

Frente a tal interés creciente, porque cuando somos chicos y algo nos gusta, lo decimos y nos entusiasmamos, mi padre me llevó a la Asociación Amigos de la Astronomía y pude poner un ojo en un ocular por primera vez: como es lógico, vi la Luna, pero con tanto detalle que me resultó increíble. No podía ver galaxias, pero, me dijeron, con telescopios más grandes y con cámaras de fotos, sí se podía.

Quiero matizar esta historia con otra, de mucho tiempo después. A mediados de la década de 1990, cuando tenía 20 años, empecé a trabajar como cadete en una empresa. En la oficina había un...Fax. Para mi esa máquina era mágica, maravillosa: mientras pasaba por ahí una hoja se imprimía en otro fax en cualquier parte del mundo. Tal fascinación me llevó a preguntarme cómo funcionaba eso.

De igual modo me ocurrió con la astronomía. ¿Cómo es posible ver galaxias? ¿Cómo entender que todas las luces de un cúmulo sean estrellas y todas quepan en una foto? Lo que me impulsó fue el asombro, la curiosidad, la necesidad de entender. Ningún otro "beneficio". No abracé la astronomía porque pudiera ayudarme a pensar de otro modo, como el uso de la lógica, o porque me permitiera tener un sentido de referencia. No, abracé la astronomía porque me fascinó.

Puedo rastrear el origen de ese gusto, pero no puedo explicar por qué eso me pasó a mi y no a muchas otras personas. Hay miles de personas que miran por telescopio por primera vez y no les pasa lo mismo que a las demás. No sé por qué, pero está claro que aunque todos seamos curiosos, ponemos nuestra curiosidad en cosas distintas. Algunas nos llaman la atención, otras no. La influencia familiar debe ser tenida en cuenta, pero en mi caso, no hubo un incentivo especial de madre o padre, en todo caso sí mi padre se dio cuenta que algo me movilizaba y actuó en consecuencia. Pero antes de eso, ningún familiar ni maestros ni otras personas cercanas me habían hablado de astronomía. Esto marca también la potencia de un libro...y las fotos.

Por otro lado, si me permite la comparación, un fax es un aparato electrónico que tiene cierto nivel de complicación, al menos al lado de un telescopio, ya que éste instrumento es básicamente un tubo con un espejo cóncavo y otro espejito plano. Ciertamente no es sólo eso, ya que hace falta tener al menos un ocular, y una montura-trípode. Pero al lado de un aparato electrónico es un aparato muy sencillo, a pesar de lo cual permite "colectar" luz de objetos muy débiles, que en realidad son muy luminosos pero están lejos.

¿Por qué las cosas muy brillantes se ven poco luminosas con la distancia? Lo confieso, esta pregunta me torturó un rato largo, no lograba entenderlo, a pesar de que me lo intentaban explicar. Quizás porque no me lo explicaban, sino que los mayores sólo repetían que así era, que con la distancia los objetos se ven menos luminosos, pero no me explicaban por qué. Me preguntaba, ya con 13 años, que si un objeto luminoso se ve con menos luz a medida que nos alejamos de él, entonces ¿a dónde va a parar la luz? ¿se pierde? Y como no lo entendía, pero me daba vergüenza seguir diciendo que no lo comprendía, no decía nada, pero la curiosidad persistía. Eso explica que me volcara, años después, a la lectura.

Lo que nos moviliza, genuinamente, puede surgir por influencia de algunos otros, sean familiares o lecturas de libros. Pero lo que nos debe movilizar no es un interés en lograr algún "beneficio", ya que eso es falso, no funciona así. Los beneficios de la astronomía los encontraremos, porque existen, luego, con el ejercicio teórico-práctico de la astronomía.

En todo caso, lo que sí se puede hacer y es valioso hacerlo, es incentivar curiosidades, a través de preguntas. Algunos se engancharán, otros no. Quienes lo hagan, descubrirán más tarde que la astronomía es útil para muchas cosas. Si hasta ese momento no le habíamos prestado mucha atención a las matemáticas, nos daremos cuenta que es una herramienta muy importante para la astronomía. Si los primeros elementos de Física nos resultan aburridos, como las palancas y poleas, nos daremos cuenta que la física es primordial para la astronomía, por eso también se la llama astrofísica.
Si las tablas de verdad de la lógica nos parecían inútiles, nos daremos cuenta que el pensamiento lógico es indispensable para la astronomía y las ciencias en general.
Si el conocimiento de la historia nos parecía innecesario, luego veremos que muchos de tales sucesos estuvieron atravesados por hechos o interpretaciones astronómicas (como cuenta Mariano en su libro).

Y si es importante saber situarse en una ciudad y aprender a establecer referencias para no perdernos en una gran urbe, algo similar ocurre cuando miramos al cielo y debemos encontrar un objeto. Hay allí un placer de buscar y encontrar.

Aquí hago la síntesis: la astronomía debe ser un placer, no una obligación. No se sienta nadie obligado a que le guste la astronomía por tal o cual razón. Si no es un gusto, genuino, no sirve. Y si lo es, el sentido que le dará cada uno a la astronomía es siempre individual, a pesar de que algunos sentidos sean compartidos con otros. Cada uno lo vive y experimenta a su modo. Compartir la astronomía con los demás trae también sus beneficios, como conocer gente maravillosa, que vive las cosas de otro modo, pero en forma válida y enriquecedora.

La astronomía, aunque no lo parezca, forma parte de nuestra vida cotidiana. Siempre hay cielo. Sólo que a veces no levantamos cabeza. Y está presente también en historias como las que rescata Mariano Ribas en su libro. Una gran iniciativa que leeré, no por obligación, sino por deseo.

La vida nos pone muchas veces de cara a situaciones horribles. Como he dicho hace poco aquí, mi mamá la está pasando muy mal y como es lógico, yo también. No soy de llorar, pero hace más de un mes que vivo con angustia, con un nudo en la garganta. Por eso hay que aferrarse a aquello que vale la pena y también forma parte de la vida. Me aferro a mi gato Rey, cuya compañía hace mi vida diferente. Y me aferro también a la astronomía, que es algo que me gusta, que me entretiene, que me quita estrés, y me motiva. Quizás el libro de Mariano me sirva para ayudarme a pasar estos momentos tanto como mirar el cielo nocturno estas noches y notar esa curva invisible llamada Eclíptica por la que desfilan Venus, Marte, Júpiter y Saturno, ahora acompañados por la Luna casi llena y encontrar por allí a Fomalhaut y Achernar, Vega y Altair.

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