T.E.L: 7 min. 41 seg.
Sobre cuán crítico y objetivo es o debiera ser la divulgación científica, a raíz de un artículo periodístico.
Escribo aquí algunos artículos vinculados al pensamiento crítico, que intenta auspiciar la crítica, principalmente frente a afirmaciones extraordinarias, típicas de la pseudociencia.
Pero no sería verdaderamente crítico nuestro pensamiento si no lo aplicamos también a nosotros mismos. Hay que mirarse el ombligo.
Escribe Matías Alinovi en el Suplemento Futuro de Página/12 un artículo sobre lo que es y lo que, a su criterio, debiera ser un periodista científico. La nota "Divulgación científica, fascinación y crítica" no tiene desperdicio y recomiendo leerla completa. Lo que sigue no es una objeción de su pensamiento, sino más bien una extensión.
Básicamente, Alinovi -quien estudió Física en la UBA y es autor de varios libros, entre ellos Historia universal de la infamia científica- invita a reflexionar sobre la necesidad del periodista científico a ser crítico.
Si no se ejerce la crítica se cae en ser sólo un traductor de conceptos técnicos y herméticos a ideas más simples de digerir. Ciertamente esa tarea figura dentro de la actividad divulgativa, pero no es la única. También cuenta, y mucho, la opinión y, por lo tanto, la subjetividad.
Dice Alinovi:
Lo que proponemos es un pase al frente de la subjetividad. Que el periodista científico se despoje del manto de la invisibilidad, que deje de acatar esos mandatos trascendentes, que abandone su esencia, y se convierta, existiendo subjetivamente, en lo que podríamos identificar quizá como un divulgador: un crítico cultural de la ciencia.
Digamos ya mismo que si no hay opinión explícita, la hay igualmente, aunque velada. Al elegir un tema, al escoger cómo, qué, cuándo contar algo, estamos eligiendo por sobre otras formas posibles. Estamos siendo subjetivos, aunque no lo admitamos públicamente. Como una versión al primer axioma de Watzlawick podríamos decir: "No existe la no-subjetividad".
La tarea periodística suele vincularse a la objetividad, a pesar de esto. Ambas ideas no se contraponen, se complementan, al menos mientras exista información y explicación de los hechos. Una vez conocida la implicancia, el contexto de un hecho, entonces sí podemos brindar nuestro particular punto de vista.
Pero ocurre que muchas veces no se muestran las dos caras (o más) de la moneda. ¿Por qué?
Los problemas de la actitud crítica
Tal como señala Alinovi, la fascinación del periodista científico ante la ciencia lo puede llevar a no ver más que hazañas en los descubrimientos. O bien lo contrario. Por ejemplo: recientemente, en virtud del 60º aniversario de la CNEA, al escribir aquí un artículo al respecto, conté de ciertos logros de la Comisión Nacional de Energía Atómica, pero también señalé la pantomima del Proyecto Huemul, así como algunas desventajas de esa clase de energía.
Sin embargo, es posible que un periodista que admire a los científicos nucleares hubiera ocultado tales circunstancias, o bien, que alguien a quien le asustan las consecuencias de la manipulación atómica, se hubiera centrado exclusivamente en Chernovyl.
La dicotomía
Dentro del problema de la fascinación por la ciencia que obnubila el pensamiento crítico, tenemos un caso particular: la adhesión a una postura por cuestiones ideológicas.
¿Cuántas críticas a la Teoría de la Evolución señaló Thomas Huxley? Alcanza con señalar que le decían "el bulldog de Darwin" por cómo defendía al autor de "El origen de las especies".
Los cambios de paradigmas, dentro de la ciencia, originan este tipo de posturas. Con tal de no dejar un hueco a quienes piensan lo contrario, no se advierten o señalan -públicamente- los fallos o la incompletitud de ciertas teorías. Porque, de hacerlo, se abriría un frente que quizás no pueda cerrarse. Y así se configura un escenario cuasi bélico entre posturas científicas. Aquí sí hay subjetividad, a mi manera de ver, mal entendida.
Otro ejemplo: Decir que quizás sea posible que un ser sobrenatural haya creado el universo sería abrir la puerta a una horda de charlatanes, así que mejor defender a ultranza lo contrario, para sellar las fronteras.
Que quede claro: creo que la Teoría de la evolución posee ya suficientes evidencias como para contradecirla, pero que aún hay mucho camino por recorrer para entender los mecanismos. Y descreo de la posibilidad de un ser supremo exista, pero es una posiblidad que no descarto como falsa o acepte como cierta, a falta de evidencias en uno y otro caso.
Podríamos poner otros ejemplos (Teoría MOND vs. otras teorías sobre materia oscura, etc) en los cuales es posible encontrar "fanáticos". Hablé de esto en Júpiter y la caja de pandora.
Por lo tanto, es muy sano dar nuestra opinión, pero con los extremismos como frontera a la que hay que intentar no arribar, porque el fin no justifica los medios.
Otro problema se da, a mi entender, en una diferencia de formación (y deformación) entre los periodistas científicos. No es lo mismo, desde el vamos, un periodista con alguna formación científica, que un científico con alguna formación periodística.
Desde la lectura de un paper hasta el análisis de políticas científicas, la postura será diferente. No digo que una será mejor que otra, pero sí distintas. También es posible que exista un buen balance entre criterio periodístico y conocimiento, sea en un trabajador de prensa o en un científico.
Para complicar el panorama, el criterio periodístico variará de acuerdo al público al que va dirigido el mensaje. Alvin Toffler aventuraba la segmentación de los medios de comunicación en su "Tercera Ola". En la actualidad, más que nunca, contamos con revistas, programas de radio y TV y blogs, cada vez más especializados, dirigidos a determinado público al que se presupone con cierto conocimiento. El discurso será distinto en cada caso. Para un medio especializado en astrobiología no sería admisible, se me ocurre, un texto como el recientemente aparecido en Clarín (cuerpo), titulado:
"Para la ciencia, la vida extraterrestre dejó de ser una posibilidad insólita".
En los medios que intentan llegar a un público más amplio, la opinión especializada se puede dar igual, con diferencias en el lenguaje, de una forma más simple o allanada, pero también es posible. De hecho, la opinión está, aunque no se la explicite, como señalé antes.
La subjetividad ideológica
Los científicos también son seres humanos. Y habrá algunos hinchas de River o del Real, como otros que se enfervoricen en la Bombonera o en el Camp Nou.
De la misma forma, tendrán su postura política. Una gran cantidad de investigadores viven del Estado: trabajan en instituciones públicas, cobran becas por dedicarse exclusivamente a su tarea y por eso o por ideología pueden sentir beneplácito por la política de turno.
O bien lo contrario: puede que un investigador no logre el fomento que espera, que se retrace un instrumento pedido, etc.
En ambos casos, al margen de cuestiones propiamente científicas, puede haber una predisposición a favor o en contra del Estado. Y, nuevamente, esto puede llevar a posturas radicalizadas: si se está a favor de determinado gobierno, entonces deberemos estar en contra de otro. Y esto puede ocurrir dentro de un mismo período, ya que existen en los países diferentes fuerzas políticas gobernando las distintas jurisdicciones (Nacional, Provincial, Municipal).
Nuevamente aquí existe el riesgo al fanatismo, a no querer ver lo que no conviene, extremando las posturas.
Por lo tanto, la subjetividad en sí misma no es garantía de sentido crítico. Lo que quiero decir es que esta subjetividad no debe ser ciega, tiene que tener ese otro elemento, de objetividad, que le permita conocer (y no desconocer) otras ideas, otros hechos, y, finalmente, saber sopesarlos.
Dice Alinovi:
Lo que periodista científico debe hacer, entonces, es tomar todos los elementos que se le presentan, y que no produce, y mediante herramientas personales –el conocimiento de la historia de la ciencia, el conocimiento de los avatares recientes del devenir científico, algunas nociones sobre la importancia estratégica de determinadas investigaciones, una ideología propia–, elaborar un relato propio que logre valorar críticamente una determinada noticia científica.
¿Y los demás periodismos?
No hay una única forma de hacer periodismo, independientemente de si se cubren hechos políticos, policiales o científicos. Vamos a encontrar medios que hagan hincapié en la facilidad de la policía en apretar el gatillo, así como otros que enfaticen lo opuesto. La realidad, como en casi todo -aunque hay excepciones- está entrelazada por múltiples matices. Las demás especializaciones periodísticas no escapan a lo antes dicho, pero cobra relevancia acentuar la difusión de noticias científicas por cierto interés incremental en ese ámbito en los últimos años. Y porque los científicos, en el mundo y en nuestro país, están saliendo de a poco de sus laboratorios (y observatorios).
Este fenómeno que se puede pensar como intrínsecamente positivo, dejará pronto de serlo si no hay una actitud crítica, aunque no sea bienvenida o esperada.
Recuerdo que en un encuentro con astrónomos, el año pasado, me puse a charlar con un eminente astrofísico que estudia primordialemente al Sol, con datos de observatorios estadounidenses. Por un lado yo sentí (sigo sintiendo) una gran fascinación por este hombre que, además de saber muchísimo de astronomía y física, debe manejar fluidamente el inglés y, como si fuera poco, debe poder programar sus propias aplicaciones para evaluar y/o visualizar los datos. Un renacentista de estos tiempos, como la gran mayoría de los profesionales del área.
Pero, en un punto -y cuando ya se había aglutinado un cierto número de personas a nuestro alrededor- se me ocurrió preguntarle por qué estudiaba eso y no otra cosa, cómo elegía sus temas de investigación. Y, quizás fue sólo mi sensación, pero pareció como un balde de agua fría, como una pregunta de mal gusto o fuera de lugar.
No recuerdo exactamente sus palabras, pero me pareció "de cassette", como esas respuestas que dan los jugadores de fútbol al término de un partido.
Desde entonces pensé en contar o, al menos, listar, qué investigan los astrónomos/as de nuestro país. Claramente no es lo mismo la astronomía que la bioquímica, al menos en su aspecto social. En nuestro territorio tenemos chagas, dengue, gripe A. Allí uno puede señalar que, más allá del gusto por el descubrimiento en sí mismo, hay también necesidades sociales que atender.
¿Se puede decir lo mismo con la astronomía? Evidentemente son contextos muy diferentes, pero sí se puede pensar en una integración mayor de las iniciativas educativas vinculadas con la astronomía -tanto en el ámbito local como en el regional-, como señalé en Lula recibió un Galileoscopio. Regionalmente hay algunos proyectos de ese tipo, por ejemplo el Proyecto Llama.
Sin embargo, para poder ser crítico, en varios aspectos es necesario algo más que la propia racionalidad, a pesar de lo señalado por Alinovi en el último párrafo de su artículo. Que no existen "fuentes de autoridad montadas sobre la razón" es parcialmente cierto. Es verdad en tanto falacia ad hominem, pero es falso en relación al conocimiento. No se puede ejercer la lógica sin el conocimiento adecuado. Sin embargo, quedarse con eso, puede ocasionar que, ante la falta de cierto nivel de conocimiento, sólo divulguemos noticias, sin actitud crítica mediante, lo que sería implícitamente subjetiva.
El camino no es fácil de recorrer. Además de las capacidades mínimas, exige una visión no complaciente, mucha experiencia (ensayo y error) y, fundamentalmente una actitud no siempre bien reconocida. Yo suelo decir que, en el Mercado de las Cualidades, encontré muy cara la autoestima y compré una usada, pero que la autocrítica estaba de oferta y llevé dos. Por eso, y porque tengo los pies sobre la Tierra, creo que me falta todo. Pero el intento vale la pena.
Fuentes y links relacionados
- Página/12: Divulgación científica, fascinación y crítica
- Ámbito Financiero: Matías Alinovi: “Lo doloso siempre resulta atractivo”
Sobre las imágenes
- Elementos del pensamiento. Crédito: Eduteka.
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