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¡Que no cunda el pánico!
"¿No es suficiente ver que un jardín es hermoso sin tener que creer que también hay hadas en el fondo?" - Douglas Adams, La guía del autoestopista galáctico.

31/10/10 - DJ:

Una noche en Yamay

T.E.L: 4 min. 17 seg.


Una noche de observación a 230 km de Capital Federal es como nacer otra vez, como vislumbrar un universo completamente nuevo, repleto de estrellas.
Una noche en Yamay


Todo comenzó hace unos dos meses, cuando me inscribí en el curso del Planetario de Buenos Aires, Descubrir, Observar y Disfrutar el Cielo.
Sabía de antemano que lo mucho de lo que contara Diego Hernández, el profesor-guía, ya lo sabría. Pero también esperaba saber más (y mejor) sobre la ubicación de los objetos celestes visibles a simple vista y con instrumentos. Y así fue efectivamente.
Pero esas clases semanales (que aún no terminaron) servían también como excusa para conocer gente nueva, interesada en astronomía, y fundamentalmente, salir a observar.

Tal como estaba previsto, ayer sábado a las 14.00 horas, cincuenta mentes ávidas de luz estelar nos subimos a un micro (de La Nueva Estrella!) hacia Yamay. Es una granja ecológica que de a poco se está construyendo, todo con materiales reciclables, con mentalidad sustentable. Tal como se indica en la página web de Yamay, el lugar queda en la localidad de Villa Pardo, Partido de Las Flores, Provincia de Buenos Aires a 223 Km. de la capital federal de Argentina hacia el sur por la Ruta 3.

Pardo hoy es una localidad de menos de 200 habitantes donde el famoso escritor Adolfo Bioy Casares vivió gran parte de su adolescencia y juventud y fue visitado por su amigo Jorge Luis Borges varias veces.
Una vez en Pardo, Yamay queda a 2 Km del casco urbano por el acceso principal.
El partido de Las Flores está ubicado en el centro de la Provincia de Buenos Aires haciéndolo un lugar estratégico para visitar desde distintos lugares del país.

Por supuesto, antes de salir, preparé mi mochila con todo lo que pensé que podía necesitar: unos sándwiches (de salame y queso), unas galletitas, una botellita de gaseosa, un termo con un litro de agua caliente, cinco sobresitos de café en saquitos, una bolsita con azúcar, una cucharita, un buzo, un buen par de guantes, un anotador y bolígrafo, linterna (con celofán rojo), celular, mp3, un par de binoculares (Shilba, 12x50, Powerview).

Al llegar al Planetario, temprano como siempre, me di cuenta que en ese listado de cosas me faltaba...la cámara de fotos. Mis compañeros/as, que no tenían la cabeza en la Luna, sí llevaron y tendré que contentarme con sus fotos como recuerdo, aunque con el celular pude captar el anaranjado atardecer, con nubes teñidas de rosa por debajo, al arribar, a las 19:30.

Nos había detenido un tren de carga que estorbaba el camino, pero el resto del viaje de ida fue plácido, aunque con la incertidumbre de lo nuboso que estaría el lugar, ya que en Capital y durante todo el trayecto, las nubes parecían reproducirse y aglutinarse.

El pronóstico decía "ventoso". Y vaya que cumplió. Un viento para el cual no estaba suficientemente preparado (me hubiera hecho falta un gorrito, será para la próxima), pero que ayudó a despejar los nubarrones.

Luego de acomodarnos pudimos ya empezar a percibir estrellas en los claros que las nubes dejaban, pero a las 21 el cielo se cerró profundamente, lo que fue una buena excusa para ir al refugio y comer algo. Y charlar, con Sofi y Yael o con Yésica (¿Quizás futura astrónoma?).

A eso de las 22 volvió a despejarse y desde allí, el resto de la noche fue un constante ir y venir de las nubes, a gran velocidad por un viento que apenas amainó un ratito.

En ese fluir de Stratocumulus y Cumulonimbus pude apreciar un cielo nunca visto por estos dos ojos inquietos. Era una tela negra llena de piedras preciosas, pero llena. No me alcanzaban los ojos para captar tanta luz. Si desde Capital es difícil entrever los caprichosos dibujos de las constelaciones, ya que perciben pocas estrellas, aquí era todo lo contrario. Un mar de fuegos inundaba la esfera celeste como nunca había visto.

Si a ojo desnudo la noche era literalmente "deslumbrante", resulta imposible describir el universo bajo un binocular. Es un océano de luces titilantes lo que hay allí afuera. Es inaudito, desconcertante.

Con los telescopios había que tener mucho cuidado, porque se podían volar, de tanto viento, pero sí se usó mucho uno de los que se llevaron (creo es un Meade LX200 de 30 cmts), como el de la foto de abajo (que no es de esta ocasión, sino de una visita a Yamay anterior, de la que no participé).

Yamay anterior


El viento fue un aliado que pastoreaba a las nubes para dejarnos ver objetos como M1 (NGC 1952, la remanente de la supernova de 1054 o Nebulosa del Cangrejo), en Tauro y por allí también a las Pléyades (las populares siete hermanas o siete cabritos, que forman parte del logo de Subaru), y por supuesto, por la misma zona, Orión, hacia el Este. También Sirio, claro, en el Perro Grande y un poco más al sur, Canopus.

Hacia el Oeste Fomalhaut y Deneb y un poquito más al norte, a eso de las 2:00 pudimos observar al cometa Hartley por los mellizos (Gemini), y a Urano, cerca de Júpiter (y cerca de lo que Diego tituló "la constelación del Caracol"), con las tres estrellas (Psi Aquarii) a la izquierda del gigante gaseoso formando las "antenitas".

Hacia el Sur, sobre la Cruz, en la Quilla, Eta Car y las Pléyades del sur. La nebulosa de la Tarántula, 47 Tucanae, y la bella Vía Láctea.

Hacia el Norte, la Constelación de Andrómeda (con Mirach, y Alpheratz en un vértice del cuadrado de Pegaso) y la increíble M31 tan remotamente lejos.

Los ojos dolían y el asombro pasaba del cerebro a las terminaciones nerviosas del cuerpo que temblaban ante semejante espectáculo (o quizás era el frío!).

Captura Stellarium 30-10-2010 02:00 Cometa Hartley y Nebulosa del cangrejo


A eso de las 3:00 alguien prendió un foco de luz en el techo. No, era la Luna en cuarto menguante, amarilla-anaranjada, por el Este, apareciendo detrás de algunas nubes deshilachadas. Un rato después partimos, durmiendo como nenes cansados de jugar con su juguete nuevo.

Escribo esto, ya en la comodidad de mi departamento, luego de haber llegado al Planetario de vuelta a las 6 y pico para llegar a casa un rato más tarde. Desempaqué todo, menos los ecos estelares y galácticos que todavía perduran.

Como si del cielo hubiera caído brillantina, tengo el cuerpo lleno de estrellas...

Fuentes y links relacionados



Sobre las imágenes

  • Imágenes propias, capturas de pantalla de Stellarium.
  • Imagen de visita anterior a Yamay. Crédito: Planetario Galileo Galilei.


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1 comentario:

  1. Diego Hernan23:45

    <span>El de la camara colgada soy yo !!! jajja</span>
    <span>Un lujo Yamay, un cielo sin igual. Ya llevo 8 viajes a esa granja !!!</span>

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